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Ciudad burguesa y trayectos del deseo en la escritura de Juan Emar
Cecilia Rubio

Universidad de Concepción, Chile



Resumen



En los años veinte y treinta del siglo XX, la narrativa vanguardista crea un nuevo personaje literario. Es el antihéroe de la antinovela antiburguesa, sujeto que hace de la disconformidad con el mundo de la ciudad moderna un itinerario de exploración yconquista de nuevos sentidos para la vida, que le permitan superar el hastío. Es el sujeto de las obras del ecuatoriano Pablo Palacio, el uruguayo Felisberto Hernández, el chileno Juan Emar.
Este trabajo tiene por objetivo singularizar el trayecto por la ciudad moderna que el sujeto creado en la obra de Juan Emar emprende, en una nueva aventura de un nuevo héroe, heredero de la tradicióndel simbolismo baudelairiano, en la que el resorte vital del spleen promueve el surgimiento del tipo social del flâneur. En la obra de Emar el personaje hace del hastío -forma extrema del spleen- una pulsión del deseo. Hastío y deseo se constituyen, a su vez, en los móviles de la exploración errática por la ciudad moderna, transformando la extrañeza que produce la organización de este espacio enuna extrañeza para el mundo burgués que lo ha creado. El personaje emariano construye así la ciudad de la escritura a medida que la recorre, ciudad regida por un azar que toma la forma del destino, lo que permite conjurar los males de la ciudad moderna. Trayecto, itinerario, exploración, recorrido son desplazamientos por el espacio de la ciudad, a la vez que movimientos por el espacio de laescritura. Urdido en la propia trama del deseo, el antihéroe revierte el sinsentido del mundo y su propio sinsentido –la trama del absurdo-, se vuelve buscador que cambia los signos, reinterpreta y resemantiza la ciudad, construyendo la ciudad que no existe, escribiéndola como una trama del deseo.




















Ciudad burguesa y trayectos del deseo en la escritura de JuanEmar[1]


Cecilia Rubio, Universidad de Concepción



Los escritores de la época de vanguardia en Hispanoamérica y, específicamente en el Chile de las cuatro primeras décadas del siglo XX, se enfrentan a varias coyunturas histórico-culturales. Por un lado, la tradición literaria realista-naturalista aún se impone en los años treinta del siglo XX; por otro lado, el avance del capitalismoconfigura la ciudad moderna como un espacio de transacciones mercantiles, donde se trazan recorridos mensurables y codificados de acuerdo a estas leyes de transacción de objetos y lugares. Un tercer frente es el sujeto social moderno que practica estos recorridos: el burgués, que ya en los años ‘30 está plenamente incorporado a la vida social de la ciudad, y que es, por antonomasia, el habitante de lacalle (cf. Morales, 1993: 45). No obstante, no se ha enfatizado lo suficiente que, como ha señalado Bernardo Subercaseaux (cf. 2004: 76), la categoría del burgués en la época de la vanguardia no corresponde exactamente a una categoría socio-política, sino más bien a una categoría espiritual, y –agrego- ética y estética. Porque, en efecto, dentro de este escenario histórico-cultural, el sujetovanguardista, tanto en su papel de sujeto o agente cultural –escritor, artista- como en el de sujeto social o ciudadano, se sitúa asumiendo lo que quizás algo tautológicamente podríamos llamar una actitud moderna frente a la modernidad, es decir, una actitud tensionada tanto por la experiencia simultánea de lo viejo y lo nuevo, de la tradición y el cambio -lo que redunda en la vivencia de latemporalidad como dimensión condicionante de un presente transitorio y efímero-, como por una nueva experiencia del espacio, que se hace más dimensionable, pero no por ello más controlable. En principio, puede decirse que en la actitud moderna los ámbitos de la vida social se espacializan, así, la cultura se vuelve espacio estético-cultural; la sociedad, espacio socio-económico; y el arte, espacio...