Heidi 1880 De Johana Spyri
Juana Spyri
INDICE
Camino de los Alpes
En casa del abuelo
Una jornada en los Alpes
La casita de la abuela
Visitas inesperadas
Cosas nuevas y asombrosas
La señorita Rottenmeier pasa un día agitado
Siguen las sorpresas en casa del señor Sesemann
El regreso del señor Sesemann
La abuelita de Clara
Pérdidas y ganancias
Fantasmas en casa del señor Sesemann
Camino de los Alpes en un atardecer deverano
El domingo cuando las campanas suenan
Heidi
Juana Spyri
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CAMINO DE LOS ALPES
Desde la risueña y antigua ciudad de Mayenfeld parte un sendero que, entre verdes campos y
tupidos bosques, llega hasta el pie de los Alpes majestuosos, que dominan aquella parte del valle.
Desde allí, el sendero empieza a subir hasta la cima de las montañas a través de prados de pastos
y olorosas hierbas queabundan en tan elevadas tierras.
Por este camino subían, cierta mañana de sol del mes de junio, una robusta y alta muchacha
de la comarca y, a su lado, cogida de la mano, una niña, cuyo moreno rostro aparecía sonrojado
de ardor. No era sorprendente que así ocurriera porque, pese al fuerte calor, la pobre niña iba
arropada como en pleno invierno. La pequeña no tendría más de cinco años: estaba tansofocada,
que apenas si podía avanzar.
Una hora después llegaron a la aldea de Dörffi, situada a mitad del camino a la cima. Era el
pueblo donde la joven había nacido y pronto empezaron a llamarla de todos los lados. Abriéronse
las ventanas, aparecieron las mujeres del pueblo en el umbral de sus casas. Mas la joven no se
detuvo con ninguna. Se limitaba a contestar a los saludos y a las preguntasy no aminoró la
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marcha hasta que estuvo frente a una casita del otro extremo de la aldea. Una voz la llamó desde
dentro. La puerta estaba abierta.
-¿Eres tú, Dete? Espera un momento; podremos ir juntas si vas más lejos.
Salió de la casa una mujer alta, de aspecto joven y agradable.
La niña echó a andar detrás de las dos amigas.
-Pero, Dete, ¿dónde vas tú conesta pequeña? -La llevo al Viejo; se quedará con él.
-¡Cómo! ¿Quieres que esta niña se quede con el Viejo de los Alpes? Me parece que has
perdido el juicio, Dete.
-¡No faltaría más! Es el abuelo de la niña y le toca hacer algo por ella.
-¿A dónde piensas ir?
-A Frankfurt -repuso Dete-. Me han ofrecido allí un empleo en casa de una familia que
estuvo el año pasado en Ragatz. Yo les servía allí yarreglaba sus habitaciones. Ya entonces quisieron llevarme a la ciudad.
-No me gustaría estar en el lugar de la niña -dijo Barbel-. Nadie sabe exactamente qué clase
de hombre es el Viejo de los Alpes. No quiere tratos con nadie; en todo el año no va ni una vez a
la iglesia y cuando, por casualidad, desciende con su grueso bastón, todo el mundo le rehúye
porque le temen.
-Todo lo que tú quieras-replicó Dete, un poco molesta-, pero no por eso deja de ser abuelo
de la niña y de tener la obligación de cuidarla. Bien mirado, ¿qué daño puede hacerle? Además,
pase lo que pase, él será el responsable y no yo.
-Yo sólo quisiera saber -continuó Barbel- qué es lo que el Viejo puede tener sobre su
conciencia para poner siempre ojos tan terribles cuando ve a alguien y por qué vivirá allí arriba
sintratarse con nadie. Circulan toda clase de rumores sobre él y creo que tú has de saber algo de
ello por tu hermana, ¿no es así, Dete?
-Naturalmente; sé algo, pero me guardaré mucho de hablar. Si él se enterara después, ¡bueno
se pondría!
Sin embargo, la curiosidad de Barbel no estaba satisfecha. Hacía mucho tiempo que deseaba
saber algo sobre la vida de aquel Viejo de los Alpes, del que las gentes nohablaban sino en voz
baja, como si temieran indisponerse con él, sin atreverse; sin embargo, a defenderle. Como
Barbel hacía poco que había llegado de Praettigau para establecerse en Dörffi, ignoraba las circunstancias del pasado de los habitantes de aquellos contornos. Dete, una de sus antiguas amigas,
había nacido, por el contrario, en Dörffi, y había vivido allí con su madre hasta que ésta...
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