Helena
Luego regresó a la casa, y después de tomar ella y Totó unosbuenos tragos de agua fresca y transparente se empezó a preparar para el viaje a la Ciudad Esmeralda.
Dorothy sólo tenía otro vestido, pero estaba limpio y colgado de una percha juntoa la cama. Era de algodón a cuadros blancos y azules; y aunque el azul estaba un poco desvaído de tantos lavados, todavía era una buena prenda. La niña se lavó cuidadosamente, se pusoel vestido limpio y se ató la cofia rosa a la cabeza. Buscó una pequeña cesta, la llenó de pan que sacó de la alacena y la cubrió con un mantel blanco. Luego se miró los pies y vio loviejos y gastados que tenía los zapatos.
—Seguramente no resistirán un largo viaje, Totó —dijo. Y Totó la miró a la cara con aquellos ojitos negros y movió la cola para demostrarleque entendía.
En ese momento Dorothy vio, sobre la mesa, los zapatos de plata que habían pertenecido a la Bruja Mala del Este.
—No sé si me servirán —le dijo a Totó—. Sin duda seríanlos zapatos más adecuados para un largo viaje, pues no podrían gastarse.
Se quitó los viejos zapatos de cuero y se probó los de plata, que le quedaron tan bien como si hubieran sidohechos especialmente para ella.
Por último, recogió la cesta.
—Vamos, Totó —dijo—; viajaremos hasta la Ciudad Esmeralda y preguntaremos al gran Oz cómo podemos volver a Kansas.
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