Herman hesse

Páginas: 274 (68378 palabras) Publicado: 12 de agosto de 2010
Hermann Hesse
El lobo estepario
El lobo estepario
Hermann Hesse

ANOTACIONES DE HARRY HALLER

Sólo para locos

El día había transcurrido del modo como suelen transcurrir estos días; lo había malbaratado, lo había consumido suavemente con mi manera primitiva y extraña de
vivir; había trabajado un buen rato, dando vueltas a los libros viejos; había tenido dolores durante dos horas, comosuele tenerlos la gente de alguna edad; había tomado nos polvos y me había alegrado de que los dolores se dejaran engañar; me había dado un baño caliente, absorbiendo el calorcillo agradable; había recibido tres veces el correo y hojeado las cartas, todas sin importancia, y los impresos, había hecho mi gimnasia respiratoria, dejando hoy por comodidad los ejercicios de meditación; había salido depaseo una hora y había visto dibujadas en el cielo bellas y delicadas muestras de
preciosos cirros. Esto era muy bonito, igual que la lectura en los viejos libros y el estar tendido en el baño caliente; pero, en suma, no había sido precisamente un día encantador, no había sido un día radiante, de placer y Ventura, sino simplemente uno de estos días como tienen que ser, por lo visto, para mí desdehace mucho tiempo los corrientes y normales; días mesuradamente agradables, absolutamente llevaderos, pasables y tibios, de un señor descontento y de cierta edad; días sin dolores especiales, sin preocupaciones especiales, sin verdadero desaliento y sin desesperanza; días en los
cuales puede meditarse tranquila y objetivamente, sin agitaciones ni miedos, hasta la
cuestión de si no habrá llegadoel instante de seguir el ejemplo del célebre autor de los
Estudios y sufrir un accidente al afeitarse.
El que haya gustado los otros días, los malos, los de los ataques de gota o los del
maligno dolor de cabeza clavado detrás de los globos de los ojos, y convirtiendo, por
arte del diablo, toda actividad de la vista y del oído de una satisfacción en un tormento,
o aquellos días de la agonía delespíritu, aquellos días terribles del vacío interior y de la
desesperanza, en los cuales, en medio de la tierra destruida y esquilmada por las
sociedades anónimas, nos salen al paso, con sus muecas como un vomitivo, la
humanidad y la llamada cultura con su fementido brillo de feria, ordinario y de hojalata,
concentrado todo y llevado al colmo de lo insoportable dentro del propio yo enfermo;el
que haya gustado aquellos días infernales, ése ha de estar muy contento con estos días
normales y mediocres como el de hoy; lleno de agradecimiento se sentará junto a la
amable chimenea y con agradecimiento comprobará, al leer el periódico de la mañana,
que no se ha declarado ninguna nueva guerra ni se ha erigido en ninguna parte ninguna
nueva dictadura, ni se ha descubierto en política nien el mundo de los negocios ningún
chanchullo de importancia especial; con agradecimiento habrá de templar las cuerdas de
su lira enmohecida para entonar un salmo de gratitud mesurado, regularmente alegre y
casi placentero, con el que aburrir a su callado y tranquilo dios contentadizo y mediocre,
como anestesiado con un poco de bromuro; y en el ambiente de tibia pesadez de este
aburrimientomedio satisfecho, de esta carencia de dolor tan de agradecer, se parecen
los dos como hermanos gemelos, el monótono y adormilado dios de la mediocridad y el
hombre mediocre algo encanecido que entona el salmo amortiguado.
Es algo hermoso esto de la autosatisfacción, la falta de preocupaciones, estos días
llevaderos, a ras de tierra, en los que no se atreven a gritar ni el dolor ni el placer,donde todo no hace sino susurrar y andar de puntillas. Ahora bien, conmigo se da el
caso, por desgracia, de que yo no soporto con facilidad precisamente esta
semisatisfacción, que al poco tiempo me resulta intolerablemente odiosa y repugnante, y
tengo que refugiarme desesperado en otras temperaturas, a ser posible por la senda de
los placeres y también por necesidad por el camino de los...
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