Hermelinda Urbina




















































Cierta mañana caminando por las calles de mi querida ciudad logré ver a lo lejos dos pequeñas aves las cuales que con tan solo un leve desplieguede sus alas, el cielo estaba a su completa disposición, eso hizo que mi corazón se llene de un pequeño anhelo de libertad. Este fue creciendo día a día forjando en mí ese espíritu de liberación y deun hambre insaciable de surcar algún día esos cielos maravillosos.

Mientras mi carácter se formaba llego a mi vida el hombre que sin duda daría lo que fuera por permitirme emprender mi vuelo hacia elmajestuoso firmamento que mi vida llenaba segundo a segundo con ese anhelo que estaba desesperado por ser cumplido, a los 18 años de edad decidí compartir mi vida con ese maravilloso hombre quelograba mágicamente que los anhelos de mi corazón se fueran realizando poco a poco.

Un soleado día mi esposo y yo decidimos mudarnos a la así llamada Gran Manzana, es decir, New York en donde sería capazde saciar ese apetito de lograr divisar lo que las aves ven cada vez que se apoderan de lo que hay más allá de lo que puedo imaginar. Empecé con la búsqueda de un lugar en donde pudiera explotar todami capacidad y afortunadamente lo encontré en el hallé maravillosas mujeres que comprendían mi afán por tocar las más lejanas nubes que mi vista alcanzaba a divisar, tuve el apoyo de mis compañeraslas cuales sin lugar a dudas vivieron junto a mí la realidad más hermosa que es volar y sentir la libertad; y como era de esperarse el apoyo total y desinteresado de mi espléndido esposo, sin lugar adudas el entrenamiento sacó a relucir mis habilidades como aviadora y al poco tiempo logré colmar mis ansias de navegar sobre el cielo en un pequeño avión que hizo que mi corazón saltara de mi pecho dela alegría que me embargó al ver la verdadera majestuosidad de la creación.

Supongo que al ver lo feliz que me encontraba mi esposo decidió regalarme mi primer avión con el cual llenó mi vida de...