Hermes

Hermes, el más alegre de los dioses del Olimpo, era el dios de los pastores, de los viajeros, de los mercaderes, de los ladrones y de todos aquellos que vivían de su ingenio.
Su madre Maia, unahija de un Titán, vivía en una cueva del elevado monte Cylene, una cueva tan profunda que Hera nunca supo que Maia había sido una de las mujeres de Zeus. Por eso Maia había tendo a su hija en paz.Hermes era muy precoz, incluso para un dios. Su madre apenas lo había tenido cuando lo puso en una cesta y él empezó a pensar en travesuras. Tan pornto como ella se durmió, se deshizo de las mantas y salióde la cueva de puntillas. En la oscuridad de la noche caminó hasta la pradera donde Apolo tenía un gran rebaño de vacas blancas. A Apolo le gustaba más la música que las vacas y no se dio cuenta deque Hermes entró en la pradera y se llevó las cincuenta mejores vacas. Para que Apolo no se diese cuenta de quién y de por dónde se habían llevado a sus vacas, Hermes sigilosamente envolvió las pezuñasde las vacas con corteza de árbol para disimular sus pasos y ató retama en sus colas para que fuesen borrando sus propias huellas. Hermes corrió hacia el monte Cylene y escondió las vacas robadas enla cueva. Sacrificó a dos de ellas a los dioses del Olimpo, sin olvidarse de incluirse a sí mismo como uno de los doce. Luego cogió las entrañas de las vacas sacrificadas, hizo siete cuerdas con ellasy las colocó tensas alrededor de un caparazón de tortuga. Cuando punteaba (tocaba) las cuerdas sonaba una música agradable. Había inventado la primera lira. Complacido consigo mismo, colocó la lirabajo su brazo y entró de puntillas en la cueva. Se metió en su cesta, cerró los ojos e hizo como si estuviese profundamente dormido, pero no engañó a su madre. Ella sabía lo que había estado haciendo.¡Qué vergüenza! Le dijo, “escapándote por la noche y robándole a Apolo sus vacas”.
“¡Por qué, mamá!” dijo Hermes. “Yo hice lo que tenía que hacer por ti y por mí. No queremos vivir en esta oscura...