hernan buen amigo
1825
Esto sucedió, señores, allá por los años en que derrotamos a los brasileros en la batalla de Ituzaingó; quizás un poco antes, hacia 1825. La fecha de Ituizangó no puedo olvidarla, porque la conservo en el dibujo de la hoja de un cuchillo que me regaló un puestero de Balcarce. Vaya a saber quién fue su dueño. Si me prestan, pues, atención, escucharán unahistoria que me contó mi abuelo. Era un hombre serio y se la había oído a su padre. Yo la llamo «el cuento del Ángel y el Payador», para acortar, pero el verdadero nombre sería «el cuento del Ángel, el Diablo y el Payador»: y pongo al Ángel primero por su condición divina; después a Mandinga para que no se enoje; y por último al Payador porque, a pesar de haber sido el más grande que pisó nuestrospagos, y tanto que lo solían apodar «aquel de la larga fama», no era más que un hombre y como tal capaz de todas las debilidades. Ya colegirán que estoy hablando de Santos Vega.
El padre de mi abuelo lo vio una vez en una pulpería de Dolores y decía que era un gaucho buen mozo, tostado por el sol y el viento, más bien bajo y delgado, con la barba y el pelo renegridos. Claro que en la época de loque voy a referir andaría arañando los setenta y el pelo y la barba se le pusieron blancos como leche. Había sido rico. Había tenido estancia y tropillas, pero por entonces no le quedaban más pilchas que lo que llevaba encima, más plata que las dos virolas del cuchillo de cabo negro, y más flete que un alazán tostado como él y un potrillo de barriga redonda: el Mataco.
La fama de Santos Vegase esparció por todo el campo argentino. Los paisanos lo adoraban como a un dios Por eso la gente cree que fue un personaje imaginario pues les resulta imposible que un individuo de carne y hueso como ustedes y yo, ganara con la guitarra tanta reverencia.
Algunos lo pintan como un gaucho malo que se pasó la vida cobrando una deuda de sangre a los jueces de paz y acuchillando a cuanta partida dela ley se le cruzó en el camino. No es cierto. Así por lo menos lo declaraba mi antepasado. Puso su gloria en la guitarra y no necesitó andar marcando cristianos para merecer el res peto de los criollos: no porque no fuera valiente, en tiéndanme bien, sino porque para él lo principal fue la guitarra.
Y ¡qué guitarra! Juraba mi abuelo que su padre la describía como si tuviera vida propia. Decíaque cuando Vega se afirmaba en ella y empezaba a acariciarla, su caja se estremecía como un cuerpo de mujer, y que las cintas de colores patrios con las cuales la habían engalanado las chinas querendonas, se movían como trenzas tironeadas por el aire. Esto sí puede ser exageración. ¡Vaya uno a saber! Todo lo que atañe a Vega se oscurece con tanto misterio que lo mejor es escucharlotranquilamente, sin impresionarse por su rareza.
Con esa guitarra se arrimó a cuanto fogón hospitalario se encendía en la provincia. De repente aparecía por San Pedro y de repente por Chascomús; un día lo encontraban en la Magdalena y el otro en Lujan o en Arrecifes, como si galopara sobre el pampero. Varias veces estuvo en Buenos Aires y es fama que su entusiasmo calentó a los mozos de las estancias ylos obligó a arrear sus tropillas hasta la capital, cuando la patria los requería para los ejércitos, después del 25 de mayo. Se los trajo cantando: hacía lo que quería con la voz.
Algunos gauchos aseguraban que lo habían visto al mismo tiempo en dos lugares. Así nació su leyenda. No faltaba a los fandangos ni a los velorios del angelito. Apenas empezaba el paisanaje a juntarse en' cualquiersitio alrededor de un asado con cuero y tortas fritas, y apenas se desataba el zapateo de un malambo o el bastonero anunciaba un pericón, ya barruntaba la concurrencia que Santos Vega se descolgaría de las nubes aunque no le avisaran. Y era así. Entonces aquello se ponía lindo. El payador se acomodaba en las raíces de un ombú o al amparo de la ramada y cantaba unos estilos y unos tristes que no...
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