Evaristo Mazuelos, el farmacéutico de P. y Hebaristo, el sauce fúnebre de la parcela eran dos vidas paralelas. Mazuelos era huérfano y guardaba aligual que el sauce, un vago recuerdo de sus padres. Así como el sauce era árbol que solo servía para cobijar a los campesinos a la hora cálida del mediodía, Mazuelos solo servía en la aldea para escuchar las charlas de quienes solían cobijarse en la botica. Mazuelos estaba enamorado de Blanca Luz. SiHebaristo, el melancólico sauce de la parcela en vez de ser plantado en las afueras de P. hubiera sido sembrado como era lógico, en los grandes saucedales, suvida no resultaría tan solitaria y trágica. Aquel sauce, como el farmacéutico Mazuelos, sentía, desde muchos años atrás. La necesidad de un afecto.Envejeció Evaristo, sin tener noticias de su amada Blanca Luz. Envejeció Hebaristo, el sauce de la parcela, viendo secarse, estériles, sus flores en cadaprimavera. Solía, por instinto, Mazuelos, hacer una excursión crepuscular hasta el remoto sitio donde el sauce, al bordo del arroyo, enflaquecía. Sentadobajo las ramas estériles del sauce y allí veía caer la noche. Un día el sauce esperó vanamente la llegada de Mazuelos .El farmacéutico no vino. Aquellamisma tarde el carpintero de P. Enviado por el dueño de la “Carpintería y confección de Ataúdes de Rueda e Hijos”, llegó con una tremenda hacha y talóel sauce. Por la misma calle venían juntos el
Sauce y el farmacéutico, ahora si unidos para siempre. El sauce sirvió para el cajón del farmacéutico.
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