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Páginas: 9 (2206 palabras) Publicado: 24 de octubre de 2013
en lugar de quedarte aquí? Aquí más abrigado, más racional. jPendejo! Ahora tienes que
esperar que cure a los runas que les ha sacudido los fríos para que vayas con ellos al
desmonte de los arrayanes.
A media mañana, una vez dosificados con brebajes -secretos brujos del capataz- y
repuestos los palúdicos, Chiliquinga entró en el chaparral con ellos. Aturdido por una
rara angustia seprendió a su tarea con la sensación de haber estado allí siempre.
Siempre. La herramienta como una víctima, las astillas -blancas unas, prietas otras-
como sangre y huesos para agravar la humedad podrida de la hojarasca, la vegetación
de ramas y troncos enredándose como la alambrada de una cárcel, los golpes de las
hachas y de los machetes de los compañeros como latigazos en los nervios y,de
cuando en cuando, un recuerdo vivo, doloroso, que parece volver a él después de una
larga ausencia: "Cunshiii... Longa bruta... ¿Cómo has de dejar, pes, el huasipangu
abandonadu... Las gallinitas, el maicitu, las papitas... Todu mismu... El perru soliticu
tan... El pobre André Chiliquinga soliticu tan…?". Pensamientos que exaltaban más y
más la furia sin consuelo del indio abandonado,del indio que manejaba en esos
instantes el hacha con violencia diabólica, con fuerza que al final despertó la curiosidad
de los compañeros:
-Ave María. ¿Qué jue, pes? -jOooh!
-¿Morder? ¿Matar? -jOooh!
-Si es cosa de brujería hemus de salir nu más corriendu.

-iOooh! -¿Sin lengua? -iOooh!
-¿Con dolur de shungo? -iOooh!
El "jOooh!" de los golpes sobre la dureza del tronco, sobreel temblor de las ramas,
sobre la imprudencia de los bichos y de las sabandijas, fue la única respuesta de Andrés
Chiliquinga a las preguntas de los indios que trabajaban en su torno. ¿Qué podían ellos?
-jOooh! "iLonga carishina! iCarajuuu! jToma, runa, puercu, runa bandiduuu! jSacar el
shungu, sacar la mierda! iMala muerte mala vida! jAshco sin den lugar de quedarte aquí? Aquí másabrigado, más racional. jPendejo! Ahora tienes que
esperar que cure a los runas que les ha sacudido los fríos para que vayas con ellos al
desmonte de los arrayanes.
A media mañana, una vez dosificados con brebajes -secretos brujos del capataz- y
repuestos los palúdicos, Chiliquinga entró en el chaparral con ellos. Aturdido por una
rara angustia se prendió a su tarea con la sensación de haberestado allí siempre.
Siempre. La herramienta como una víctima, las astillas -blancas unas, prietas otras-
como sangre y huesos para agravar la humedad podrida de la hojarasca, la vegetación
de ramas y troncos enredándose como la alambrada de una cárcel, los golpes de las
hachas y de los machetes de los compañeros como latigazos en los nervios y, de
cuando en cuando, un recuerdo vivo,doloroso, que parece volver a él después de una
larga ausencia: "Cunshiii... Longa bruta... ¿Cómo has de dejar, pes, el huasipangu
abandonadu... Las gallinitas, el maicitu, las papitas... Todu mismu... El perru soliticu
tan... El pobre André Chiliquinga soliticu tan…?". Pensamientos que exaltaban más y
más la furia sin consuelo del indio abandonado, del indio que manejaba en esos
instantes elhacha con violencia diabólica, con fuerza que al final despertó la curiosidad
de los compañeros:
-Ave María. ¿Qué jue, pes? -jOooh!
-¿Morder? ¿Matar? -jOooh!
-Si es cosa de brujería hemus de salir nu más corriendu.

-iOooh! -¿Sin lengua? -iOooh!
-¿Con dolur de shungo? -iOooh!
El "jOooh!" de los golpes sobre la dureza del tronco, sobre el temblor de las ramas,
sobre la imprudenciade los bichos y de las sabandijas, fue la única respuesta de Andrés
Chiliquinga a las preguntas de los indios que trabajaban en su torno. ¿Qué podían ellos?
-jOooh! "iLonga carishina! iCarajuuu! jToma, runa, puercu, runa bandiduuu! jSacar el
shungu, sacar la mierda! iMala muerte mala vida! jAshco sin den lugar de quedarte aquí? Aquí más abrigado, más racional. jPendejo! Ahora tienes que...
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