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“Morir no duele mucho… Pero vivir, vivir es la peor agonía.”-Sonreía, o al menos creía hacerlo.Todo era como me lo imaginaba. Estaba ahí, a punto de tirarme hacia un final inminente, un final que amí parecer ya estaba destinado a ser. Un final que así como las flores se marchitan en algún momento, el cuerpo también lo hace, pero lo que se había marchitado en mí primero había sido mialma.Siempre me he imaginado a mi alma con un color: gris. Me sorprendería a mí misma al pensar en un alma blanca, pura, porque sabía que jamás habría un alma así. Y la mía no era la excepción.Pero aquí estaba,en el puente, mirando al río frente a mí, esperando… no sabía exactamente qué esperaba, pero simplemente lo hacía. Mi mirada estaba fija en el leve movimiento ondulante del río, escuchaba los lejanospitidos de los autos al pasar en ésta madrugada helada. No recuerdo por qué no me había traído mi abrigo, supongo que me gustaba demasiado como para mojarlo y quedara en las profundidades de aquellaagua oscura y tenebrosa.Pero entonces, estaban ellos, diciéndome que no me dejara caer, que me quedaban cosas por hacer, que les había costado mucho la computadora nueva como para que quedara sindueña después de mi muerte.¿Por qué demonios estaban ahí?Pero entonces una luz cegadora se dirigía a mis ojos y caía al vacío, sintiéndome libre, feliz. ¿A caso es normal sentirse feliz por saber que vas amorir?Me imaginaba el agua golpear contra mi espalda, haciendo que me hundiera hasta las profundidades de la oscuridad acuosa, para jamás volver a la superficie. ¿En serio quería morir de ésta forma?Sí. Era la más fácil según mi parecer. Y quería experimentar el dolor de sentir mis pulmones sin aire, mi visión tornándose borrosa, mi garganta tragando bocanadas de agua hasta finalmente morir.Losé, es algo sádico, pero ¿qué caso tenía morir sin dolor si finalmente sería la última sensación vívida que tendrías antes de desvanecer?Pero el agua nunca golpeó mi espalda, nunca llegué a...