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Páginas: 6 (1443 palabras)
Publicado: 26 de febrero de 2015
Para el año 1939 Pedro Sotillo, quien fuera uno de los exponentes de la llamada generación del 18, publica en los Cuadernos Literarios de la Asociación de Escritores Venezolanos Andanza, libro que recopila los poemas que fue escribiendo desde 1921. Notablemente satisfecho por su calidad, Mariano Picón Salas le escribe una carta abierta enEl Universal donde, luego de recordar aquellos años mozos que ambos vivieron en la capital durante la década de los veinte, determina cuál es el valor que tiene la edición del poemario dentro del contexto poético de finales de los treinta.
Más allá del juicio realizado por una de las plumas más elegantes, agudas y prolíficas de la crítica nacional (para el momento tenía en su haber más decinco títulos publicados y ya venía en camino Formación y proceso de la literatura venezolana), esta carta es relevante para conocer la cultura letrada en pleno apogeo de la dictadura de Juan Vicente Gómez (1908-1935). En ella se nos hace una radiografía rápida de cómo era el modo de vestir, las lecturas realizadas, los problemas, los disfrutes y la dinámica cultural de aquellos jóvenes que, con eltiempo, serán figuras referenciales en la historia de la literatura venezolana. Se trata, en definitiva, de una visión testimonial de aquellos años duros que no fueron plenamente oscurantistas (como lo hace suponer la leyenda negra del gomecismo) pero tampoco llenos de facilidades para la labor intelectual.
Se ha respetado la ortografía de la época. En aquellos casos donde exista posibilidad deinterpretarse como error de transcripción se ha colocado “(sic)”.
Foto Pedro Sotillo, sin fecha, en Obras, ediciones La casa de Bello, p. III.
Mi querido Pedro Sotillo:
En 1920 ó 1921 cuando caíamos en Caracas por caminos opuestos, tú de tu alto Guárico, bachiller ya en anécdotas, agudezas y lirismo llanero, poblado de tus historias de caudillos, ducho de densa criolledad, de caballadasy corridos, de esteros y horizontes y yo de mi montaña donde a falta de rebaños pastoreé nieblas, y soñaba, también, en cuentos y poemas que nunca hice y que no tenía el talento para hacer, en 1920 los mozos que deseábamos la fama literaria nos vestíamos de paltó-levita los domingos, y esperábamos emular a aquellos que antes de nosotros ganaron un retrato y se definieron como recientes promesasdesde la páginas de las revistas ilustradas. Tú también –no lo olvides– tuviste un paltó-levita y un chaleco de fantasía verde con cuyo indumento, la palabra fácil y lo que el viejo Cervantes llamó tan amablemente la “fuerza de la sangre” te instalastes [sic] a esperar la gloria. A pesar de la tiranía, incrustada como un tornillo monstruoso en el corazón de la ciudad, de la tiranía que aparecía porcualquier esquina y cuando menos queríamos verla en la cara de los polizontes, de la Tiranía que se instalaba de pronto en nuestras reuniones de estudiantes aún cuando le pusiéramos una pantalla de floreados e inofensivos versos, de la Tiranía que una vez nos condujo a esperar la excarcelación de Arvelo Larriva y vimos salir al Caribe Vidal arrastrando unas barbas que hubieran sido folletinescassi en ellas no se enredara y congelara toda la tragedia de Venezuela; a pesar de todo ello –y por la sola razón de que aún
Juan Vicente Gómez y Eleazar López Contreras en Maracay, 1934.
no cumplíamos los veinte años– la Caracas de entonces tenía aspecto sumamente amable. La calle Candelaria se había especializado en ventanas y ojos negros. Allí llenas de ardor callado o de voluptuosidadlánguida, comparecían aquellas últimas niñas que tuvieron album [sic] y novios ventaneros. Eran las mismas muchachas que asistían a los recitales del Capitol [sic] donde Andrés Eloy le sacaba verónicas a los versos como el gallo a los toros; donde Luis Enrique venía de un país nórdico, joven príncipe de Elsinor con su poesía de grandes símbolos, y Jacinto, Rodolfo Moleiro y acaso tú, cantaban entre los...
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