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Algunos artistas tuvieron el privilegio de tener una infancia feliz, rodeados de una familia amorosa y, además de todo, acomodada. Así fue para Bernini, Rembrandt, Manet y Picasso. Otros, como MiguelÁngel o Alberto Durero, sufrieron dificultades económicas durante su niñez. Pero no sólo por dinero son los problemas, algunos fueron hijos ilegítimos −el más célebre, Leonardo Da Vinci− o, comoRafael Sanzio, quedaron huérfanos a temprana edad.
Hay un curioso infortunio, común en la infancia de dos grandes pintores, que vale la pena comentar. Vincent van Gogh y Salvador Dalí fueron bautizadoscon el mismo nombre de su hermano mayor fallecido. A los ojos de sus padres fungieron como sustitutos de aquellos primogénitos, lo que les hizo pensar que debían cumplir las expectativas que habíanpuesto en los otros; vivieron con la idea de que tenían que ser iguales o mejores que los hermanos que nunca conocieron y que llevaban su mismo nombre.Este fenómeno de remplazo ha sido estudiado porespecialistas para precisar el impacto psicológico que causa en la personalidad. Se han encontrado casos extremos en los que el niño sustituto crece pensando que es el culpable de la muerte de su hermano.Vincent van Gogh no sólo compartió nombre con su hermano muerto, sino también el cumpleaños; los dos nacieron el 30 de marzo, aunque el segundo Vincent un año después (1853). El pintor neerlandéscuenta que desde muy pequeño tenía la costumbre de visitar la tumba de su hermano; le causaba conflicto ver su nombre escrito en una lápida, como si él fuera un fantasma ante su propio sepulcro. VanGogh creció marcado por el duelo de sus padres debido a la muerte del tan deseado primer Vincent. Esta melancolía lo acompañó siempre, invocó el lado oscuro de su naturaleza, manifestado por ladepresión y la neurosis que lo persiguieron hasta su muerte en 1890 1.

Dalí describe los recuerdos de su infancia en su autobiografía, publicada en 1942, La vida secreta de Salvador Dalí. Inicia el...