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Había una vez un famoso inventor, Dédalo, que tenía un hijo llamado Ícaro.Un día, el malvado rey Minos de Creta convocó a Dédalo. - Quiero que me construyas un palacio con unlaberinto-, le ordenó. Cuando la obra estuvo terminada, el rey Minos colocó a una terrible bestia llamada Minotauro en el laberinto. ¡ el monstruo se alimantaba de carne humana!.

-Tenemos que escapar de este horrible lugar- dijo Dédalo a su hijo. El rey Minos no estaba de acuerdo: -Tu eres la única persona que conoce el secreto para escapar de esta fortaleza, así quetu e Ícaro viviréis en el castillo hasta el final de vuestros días-. Acto seguido, los encerró en la torre. Pero Dédalo no se dio por vencido. Un día, después de observar a lospájaros a través de la ventana, tuvo una idea. Ofreció semillas a los pájaros a cambio de plumas y construyó dos enormes pares de alas.Después usó la cera de una vela para adherir las alasa los hombros de su hijo ícaro, e ícaro repitió el proceso con su padre.

- Ahora tenemos que volar, hijo- dijo Dédalo al tiempo que empujaba a su hijo por la ventana. ¡ al finseremos libres!.

-Pero recuerda, no vueles demasiado cerca del sol, ya que el calor derritiría la cera de tus alas y caerías-

Ícaro estaba encantado con sus nuevas alas. El vientolo arrastró hasta que estuvo a la misma altura que el sol. -Soy más alto que nadie, incluso más alto que tú-. Ícaro desafió al sol, y empezó a dar vueltas alrededor del astro rey. Derepente, el jóven se acordó de la advertencia de su pader, pero ya era tarde. La cera que adhería las alas a sus hombros empezó a fundirse y las plumad fueron cayendo una por una,hasta que ícaro se percipitó sobre el mar.

¡ Pobre Dédalo! Desde las alturas vio que Ícaro caía al mar sin poder hacer nada por remediar la triste muerte de su querido hijo.