hiro
‘‘Por favor, déjame escuchar tu voz’’
Nubes negras comenzaban a acumularse, a lo lejos podía oírse uno que otro trueno, que anunciaban la llegada de la lluvia, el frío viento comienza a jugar con los cabellos de un chico, en uno de los lugares más deprimentes y sombríos que pueden existir, un lugar de sueños rotos, lágrimas derramadas, gritos de dolor, en pocas palabrasun cementerio. Entre tantas estatuas, algunas rotas, otras que realmente daban escalofríos, hojas marchitas, flores muertas, se encontraba el joven castaño vestido de negro parado frente una de mil lápidas con un ramo de flores en su mano, se notaba claramente en su rostro el cansancio, en sus ojos lo mucho que había llorado, estaban perdiendo su brillo, ¿era cierto lo que veía?, tenía los puñosapretados, no quería creer lo que sucedía, tenía que ser una mentira, un mal sueño, una pesadilla… ¿no?
Tenía que ser un sueño, sus ojos no podían estar leyendo aquel nombre grabado sobre esa piedra rectangular, que parecía burlarse de él. Poco a poco, comenzó a perderse en sus pensamientos, dejando a su cuerpo valerse de sí mismo. Sin despegar su mirada de esa lápida, comenzó a indagar en sumente, la cual comenzaba a jugarle malas bromas, y comenzar a torturarlo con aquellos recuerdos.
Cerró sus ojos para tener más claridad, en su cabeza apareció el rostro de un rubio de cabello liso que cubría una parte de su rostro, piel clara, y una peculiar banda que cubría su nariz, podía recordar su sonrisa, esa que lo atrapaba hacía sentir una calidez en su interior que nadie más podía hacer.Sus labios delgados que solían ser pálidos en ciertos momentos, pero emanaban un calor que lo hacía estremecer cada vez que lo besaba. Su piel suave, sus cejas delgadas, su nariz, que aunque la mantuviese oculta, seguía siendo hermosa solamente por el hecho de pertenecerle a él, su risa tan contagiosa y hacía que se sintiera feliz. Su forma de ser, a veces era muy tonto, otras veces podía serserio y hasta frío, solía ser bromista e incluso, a veces, sacaba al castaño de sus casillas, pero en pocas palabras aquel rubio era hermoso, era perfecto.
En su rostro se formó una sonrisa boba ante tantos recuerdos que venían a su mente, como cuando se juntaban con sus otros tres amigos, un castaño alto cuyos labios hacían que los otros lo apodasen ‘‘pato’’ por su contextura, un pelinegroigualmente alto, con labios gruesos, destacándose por ser el mayor de todos pero aún así tenía el comportamiento de un niño, y un castaño con una peculiar sonrisa y risa contagiosa, entre los cinco eran una banda, y podría decirse que los mejores amigos. El vocal, de poca estatura, siempre fue algo cerrado, pero aquellos cuatro lo hacían sentir en confianza, hacían que se sintiera feliz. Eran comouna pequeña luz en su oscuridad, especialmente el rubio del que se enamoró perdidamente un martes 8 de julio:
Era un día nublado, el pequeño castaño se encontraba en su hogar, escribiendo algo en una pequeña libreta, se le veía inspirado, concentrado en lo que hacía. De repente se pudo escuchar, rompiendo bruscamente con el silencio del lugar, el sonido de su celular. Bufó suavemente y lo tomó,dejando de lado lo que hacía. Era un mensaje– ¿Uruha? –dijo en un susurro, extrañado por el repentino mensaje, sin mucha prisa lo abrió y leyó. Era una invitación por parte del chico a su casa, una pequeña reunión al parecer. Lo pensó por un momento, y respondió, afirmando que iría al lugar; hace mucho que no salía, no le vendría mal, ¿no? Se levantó de la silla del escritorio, y fue a darse unafugaz ducha, se vistió y maquilló superficialmente, para luego tomar las llaves de su casa y auto, y salir del lugar, no sin antes tomar aquella libreta que contenía, entre otras, una canción recientemente escrita por el, pero que aún no le ponía algún título decente.
A varios minutos de su partida, llega a la casa de su compañero, pudiendo ver el auto del pelinegro, supuso que él y el...
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