Historia de kindred


Una buena muerte


Magga se disponía a morir por decimocuarta vez. Había mordido una manzana podrida... de nuevo. Como siempre, al ingerir la pútrida carne había contraído sombra carroñera. La actriz ejecutó cada uno de los torpes movimientos que precedían a su muerte mientras proclamaba sus últimas palabras para todos los presentes.
—Ah, qué sueño tan portentoso es la vida. Solo ahora, cuandoya es demasiado tarde, abro los ojos a sus infinitos esplendores —gimió.
En medio de una bocanada de humo y polvo brillante, Kindred hizo su grandiosa entrada en el escenario. Conforme a la tradición, lo interpretaba un solo actor, con dos máscaras que se daban la espalda. Se acercó a Magga con la blanca, la de Cordera, orientada hacia ella.
—¿He oído acaso que alguien pedía mi flecha? Ven, niña,deja que la calidez de tu corazón se funda en el frío abrazo del olvido.
Magga se negó, como ya había hecho otras trece veces antes. Los matices de su interpretación quedaron enterrados bajo la intensidad de su chillido. Y al momento, Cordera se volvió para revelar la segunda máscara: la de Lobo
—No hay nada que puedas hacer para postergar tu final —gruñó este.
—¡Solo soy una pobre doncella! Porfavor, dejad que mi lastimero llanto recaiga sobre vuestros oídos.
El público parecía hipnotizado por la dramática interpretación de los Mecánicos de Orfellum. Con la doble amenaza de la peste y la guerra en boca de todos los habitantes de los protectorados, las obras que trataban el tema de la muerte hacían furor.
Denji, el actor que interpretaba a Cordera y Lobo, enseñó torpemente los colmillosde madera mientras se cernía sobre la joven actriz. Magga le ofreció el cuello. Al sentir la cercanía del mordisco, tiró del mecanismo que llevaba cosido en el cuello de la blusa. Unas serpentinas rojas se desplegaron en medio del entusiasmo del público. Ya tenían lo que habían pagado.


Para cuando los Mecánicos regresaron a su carromato y partieron rumbo a Arroyoguja, las estrellas habíandesaparecido. Un manto de nubes cubría el firmamento.
El público de Arroyoguja siempre era agradecido, volvió a explicarles Illusian, propietario de la compañía y autor de todas las obras que representaba, mientras caminaba entre ellos, embriagado por sus propias palabras... y por el vino que Parr había sisado a los lugareños.
En el correr de la noche, la compañía se enzarzó en una pelea. Tria y Denjiarremetieron contra el autor por la calidad de sus obras, cortadas por un mismo patrón: la tragedia golpea a la doncella, la muerte encuentra a la doncella, la muerte se lleva a la doncella. Illusian argüía que un argumento complicado restaba fuerza a una buena escena de muerte.
Magga, la más joven del grupo, guardaba silencio a pesar de coincidir en el diagnóstico de Tria y Denji. Sabía bien que,de no encontrarse en el carromato de la compañía ambulante, habría estado en un sitio mucho peor. Por suerte para ella, los Mecánicos habían perdido recientemente varios actores a causa de la obsesión de Illusian por ejercer un control total sobre los aspectos artísticos de su trabajo. Debido a esta actitud, y también a su evidente mediocridad, había varias caras nuevas en la compañía. Y por ello,los Mecánicos de Orfellum habían contratado a Magga para morir en todas las obras que representasen en un futuro próximo. Cosa por la que ella les estaba muy agradecida.
Illusian estaba aún reponiéndose de las palabras de Denji y Tria cuando ordenó a Parr, el conductor del carromato, que se detuviera para hacer noche. El achispado dramaturgo aprovechó los privilegios de su condición para tender susaco de dormir junto al carromato. Y luego arrojó el resto de los camastros sobre la hierba, a poca distancia.
—La campiña es el dormitorio perfecto para actores ingratos —les espetó—, que podrán aprovechar la ocasión para aprender modales.
El resto de la compañía encendió una fogata y comenzó a intercambiar relatos. Denji y Tria se quedaron dormidos abrazados mientras se susurraban posibles...