Historia de la vida privada
Elconcepto de privacidad, sin embargo, es relativamente nuevo pues surge dentro de las sociedades burguesas de los si-glos XVIII y XIX y esto plantea el primer problema en rela- ción a la pertinencia de su utilización para sociedades muydispares a aquéllas en las que el concepto nace. Duby, al ha-blar de este problema, sostiene que bien puede trazarse la pre-historia delconcepto, puesto que en todoslos idiomas existe una denominación para el área privada, para lo que él define como “una zona de inmunidad ofrecida al repliegue, al reti-ro, donde uno puede abandonar las armas y las defensas de las que conviene hallarse provista cuando se aventura al es-pacio público, donde uno se distiende, donde uno sc encuen-tra a gusto, ‘en zapatillas’, libre del caparazón con que nosmostramos y protegemoshacia el exterior. Es un lugar fami-liar. Doméstico. Secreto tambien - Al trazar la historia de este ámbito (como Helena Béjar lo califica en su reciente estudio*) la obra, dirigida porG. Duby y Ph. Arita (hasta su muerte en 1984>, sigue las huellasde la llamada “nueva historia” y se ven en ella los trazos inequí-vocosde la obra de Foucault, cuyos trabajos pusieronen cues-tión muchos aspectos,probablemente no tanto en el terreno estrictamente histórico cuanto en las propias interpretacionespolíticas y sociales de nuestro tiempo, al posibilitar nuevas ópticas en las preguntas sobre el pasado y, por ello, nuevascuestiones sobre el presente (¿existe alguna historia que nosea historia del presente?>. La educación y sus modos, la mo-ral y los comportamientos sexualea, la relación con elcuerpo,propio y de los otros, el cuidado del mismo, la higiene, etc.estudiados en las páginas de esta obra, deben mucho a los es-critos foucaultianos. Como también lo deben al estudio pio-neroque N. Elias redacta en 1939 y cuya edición alemana, he-cha casi cuarenta años después, llena hoy las librerias euro-peas. Es también claro el peso de lasaportaciones de la psi-cologia y la antropología sociales y deese “cajón de sastre” en que muchas veces parece haberse convertido la historia de las mentalidades.
Todas estas deudas e influencias múltiples hacen que esta obra, dirigida por dos historiadores tan prestigiososcomo, en cierto modo, dispares (Ariés, historiador activamente no aca-démico, bien conocido por su historia sobre la infancia y so- bre lascambiantes actitudesante la muertey O. Duby,miem-bro destacado del College de France, agil y vivas medievalis-ta, que ha recorrido con su pluma los más variados aspectosde una época en que es uno de los mayores expertos>, se nos aparezca como un conjunto heterogéneo, redactado por38 es- pecialistas, franceses en su mayor parte, que, a lo largo de cin- ca tomos, recorren dos mi? años de historia y realizan unas contribuciones que, aúnestando coordinadas por eldirector de cada volumen, conservan una autonomía en la exposición y el planteamiento que hace que el resultado final no sea li- neal ni exahustivo y aparezca, en algunos momentos, como un rompecabezas al que faltan multitud de piezas. Tampoco pretende ser otra cosa. Dificilmente podría: ha-cer una historia así es un empeño imposible. De hecho, como afirma Duby, lo que se...
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