historia de los derechos
LA
ESCALA
DEL MUNDO
POR
M ANUEL RIERA
L universalismo del mundo hispánico es su aportación más
f undamental y valiosa al progreso de la cultura y la civilización. Como en los hijos se perpetúan los caracteres de los
a ntepasados, así todo el mundo de raíz y habla hispánica perpetúa,
s uperándolos y completándolos, los principios de universalismo heredados de la comúncultura romano-cristiana y del humanismo renacentista de la contrarreforma católica.
E s una lamentable equivocación el creernos perpetuamente señalados por complejos diferenciales insoslayables. Esta psicosis de
a lejamiento es propia solamente de algunos arbitristas rústicos y atrasados, ya que nuestros grandes talentos y personalidades más representativas han tenido siempre el tono y la categoríade símbolos de
v alor universal.
Si intentamos un análisis intelectual riguroso y desbrozamos el
c amino de las demagogias fáciles y los sentimentalismos antihistóricos, h emos de aceptar un doble examen y una lógica consecuencia.
H emos de ver cómo no fué un auténtico universalismo el tan ponderado del mundo romano, aunque hayan querido interpretarlo así
los inteligentes exégetas yentusiastas propagandistas que empiezan
con el austero Mommsem y acaban con el brillante Ortega. Ni tampoco tiene los rotundos y completos caracteres del universalismo, el
t an pregonado de los humanistas laicos desde Grocius a Erasmo, que
después de la deslumbrante variación de Goethe es recogido con pre-
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tensiones de validez absoluta en obras tan diversas en apariencia y
tan religadasen el- fondo como las de Bertránd Russell, Toynbee y
E mery Revés.
La consecuencia ya la coligen los estudiosos de raza y vocación,
h ombres que tienen dimensión y capacidad de futuro y en cuyos ojos
b rilla fulgor de historia. El auténtico y completo universalismo es
el que el cristianismo signiñcó desde Pablo de Tarso a Agustín de
H ipona en el mundo romano y el que recogió con vigor desangre
nueva y fecunda el mundo hispánico desde Isidoro de Sevilla a Raimundo de Peñafort para levantar las cimas de Luis Vives y Francisco de Vitoria.
Al pretendido universalismo de la cultura romana le falta la dimensión del hombre libre que vive por sí y sustentado por una arquitectura de valores que lo justifican y lo salvan. El mundo romano no conoció al hombre libre, sino al hombredependiente y en
función del Estado. El ciudadano se engarzaba en una compleja,
v ariante y modulada estructuración cívica fuera de la cual no tenía
d erecho que le defendiera ni sociedad que lo amparara. Si Séneca y
Lucano tuvieron, como un grito de altanería hispánica, un momento de rebelión que los dignifica ante la historia con un gesto que
p uede parangonarse con los clásicos de Catón y Cicerón,pronto se
vieron ahogados por aquella organización de. colectivismo integral
q ue obligaba a todos a la donación de su íntima y diferenciada personalidad, so pena de verse alejados de los muros de la ciudad con
la invitación al suicidio por parte del príncipe.
Se ensayaron todas las formas de organización jurídica y social
en modelos válidos para todos los tiempos, y con los nombres de
Monarquía, Consulado, Dictadura, República e Imperio se estructuró un ciclo completo de historia y grandeza, sacrificando a la personalidad individual y desconociendo la esencia, dignidad y dimensión del hombre.
Luego otro momento que magnifica la obra del hombre en la tierra, que fué la sorprendente resurrección de la cultura antigua adaptada a las nuevas condiciones del desarrollo humano que sellamó
el renacimiento humanista, trajo consigo otra deslumbradora esperanza de universalismo. Desde Erasmo a Luis Vives y Tomás Moro
va una línea que se desvía con Grocio y los laicos y que coincide con
la circunstancia política en que se desborda en el mundo la estupenda floración del pensamiento y la acción de los pueblos hispánicos.
P ero mientras queda válida y definitiva la posición de...
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