historia de mis calamidades
Historia Calamitatum
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Pedro Abelardo
Historia Calamitatum
Los ejemplos —mucho más que las palabras— suscitan o mitigan
con frecuencia las pasiones humanas. Esto fue lo que me decidió
—después de un leve intento de conversación en busca de un
consuelo momentáneo— a escribir una carta de consolación a un
amigo ausente sobre laexperiencia de mis propias calamidades.
Estoy seguro de que, comparadas con las mías, tendrás a las tuyas como no existentes o como simples tentaciones y te serán
más llevaderas.
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Nacimiento de Pedro Abelardo. Sus padres
Nací en una localidad que se levanta en la raya misma de Bretaña, a unos ocho kilómetros de la ciudad de Nantes. Su verdadero
nombre es Le Pallet. Mi tierra y mis antepasadosme dieron este
ágil temperamento que tengo así como este talento para el estudio de las letras. Tuve un padre que, antes de ceñir la espada,
había adquirido cierto conocimiento de las letras. Y más tarde fue
tal su pasión por aprender, que dispuso que todos sus hijos antes
de ejercitarse en las armas se instruyeran en las letras. Y así se
hizo. A mí, su primogénito, cuidó de educarme con tantomás es2
mero cuanto mayor era su predilección por mí. Yo, por mi parte,
cuanto mayores y más fáciles progresos hacía en el estudio, con
tanto mayor entusiasmo me entregaba a él. Fue tal mi pasión por
aprender que dejé la pompa de la gloria militar a mis hermanos,
juntamente con la herencia y la primogenitura. Abandoné el
campamento de Marte para postrarme a los pies de Minerva. Preferíla armadura de la dialéctica a todo otro tipo de filosofía. Por
estas armas cambié las demás cosas, prefiriendo los conflictos de
las disputas a los trofeos de las guerras. Así pues, recorrí diversas
provincias, disputando. Me hice émulo de los filósofos peripatéticos, presentándome allí donde sabía que había interés por el arte
de la dialéctica.
2.
Es perseguido por
su maestro Guillermode Champeaux
Llegué, por fin a París, donde desde antiguo florecía, de manera
eminente, esta disciplina. Y me dirigí a mi maestro Guillermo de
Champeaux, que descollaba en esta materia tanto por su competencia como por su fama. Permanecí a su lado algún tiempo,
siendo aceptado por él. Después llegué a serle un gran peso,
puesto que me vi obligado a rechazar algunas de sus proposiciones y aarremeter a menudo en mis argumentaciones contra él. Y,
a veces, me parecía que era superior a él en la disputa. Los que
más sobresalían entre mis condiscípulos veían esto con tanta
mayor indignación cuanto menor era mi edad y mi estudio. De
aquí arrancan mis desdichas que se prolongan hasta el día de
hoy. Cuanto más crecía mi fama más se cebaba en mí la envidia
ajena.
Sucedió, pues, que,presumiendo de un talento superior a lo que
permitían las posibilidades de mi edad, aspiré, yo, un jovenzuelo,
a dirigir una escuela. Busqué incluso el lugar donde establecerme: Melum, campamento entonces insigne y residencia real. Mi
maestro presintió mis intenciones y, desde entonces, trató por
3
todos los medios de alejar mi escuela lo más posible de la suya,
maquinando en secreto todaclase de obstáculos. Tan a pecho lo
tomó que antes que yo dejara sus clases, impidió la preparación
de las mías, privándome de la plaza que me había sido conferida.
Con la ayuda de algunos poderosos del lugar, que eran sus adversarios, empecé a sentirme seguro en mi empeño y la envidia no
disimulada del maestro me conquistó el favor y apoyo de la mayoría. A partir de este primer ensayo de misclases en el arte de la
dialéctica, mi nombre comenzó a conocerse de tal modo que poco
a poco fue extinguiéndose la fama no sólo de mis condiscípulos,
sino de mi mismo maestro. Ello hizo que, engallándome más de la
cuenta, tratara de trasladar inmediatamente mis clases a la localidad de Corbeil, cercana a París. Sin duda aquí tendría más oportunidades de enfrentarme a él en la disputa y...
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