Historia ordinaria
Por: Alfredo Molano Bravo
Cultivaba papa, ulluco, maíz. Un día, antes de mediodía se lo llevaron los soldados de la plaza de su pueblo para el cuartel, tal como se hacía enlas guerras civiles del siglo XIX.
No lo amarraron, pero lo empujaron en un camión. Aprendió a obedecer como un autómata y luego lo mandaron a combatir la guerrilla en el Tolima, lejos de su casa.Combatió. Salió con libreta de primera y con un tartamudeo que obligaba a su interlocutor a completar la frase. Trató de entrar al Sena, quería ser carpintero, o plomero, o zapatero. No pudo. Buscótrabajo para repartir pizza, pero necesitaba bicicleta; buscó ser repartidor de chapolas, era un puesto para 58 aspirantes. La competencia lo derrotó. Fue desmoronándose después de dos años de llenarsolicitudes, hacer colas, llamar por teléfono y recibir “venga después”, para después decir “lo sentimos, no fue aprobada su solicitud”. Dio muchas vueltas hasta que se lo llevaron unos piscicultores detilapia roja a trabajar en Fusagasugá. Tenía que hacer de todo: echarles comida a los peces cuatro veces diarias, seleccionar los más grandes, sacarlos del agua, “sacrificarlos”, congelarlos,empacarlos, salir a entregar los pedidos. A los seis meses era otro. Sonreía. Al año, el tartamudeo se fue. Compró una moto que quería para conseguirse una novia. Sin mujer es imposible vivir. Se casó —tuvo unniño a quien bautizó con el raro nombre de Rialti —. Compró un celular.
Un día lo llamaron para felicitarlo por su trabajo, por su cumplimiento, por sus buenas maneras, por su fe en el futuro, porsu patriotismo, y le pidieron que pasara por la oficina del banco que tenía una muy buena noticia que darle. Llegó al banco acabado de afeitar y recién peinado. Esperó una hora hasta que lo atendieron.Nuevas felicitaciones. “El gerente del banco ha examinado su hoja de trabajo y quiere premiarlo con una tarjeta de crédito, un instrumento indispensable para progresar en esta época. Más aun, el...
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