historia propia

“La mayoría de la gente es otra gente, sus pensamientos son las opiniones de alguien más, sus vidas una imitación, sus pasiones una cita.” Oscar Wilde

El frío metal de mi nueva máscara hizo queel vello de mis brazos se erizara.
La Dermtha ajustó las delicadas cadenas detrás de mi cabeza.
El dolor era constante. Sentía como el artefacto comprimía los músculos de mi rostro, deseosos decrecer a voluntad propia.
De la misma forma había sido cada año, pese a que no recuerdo con exactitud la colocación de mis primeras máscaras, o como nosotros las llamamos, “Fingunt”. Lo único que secon certeza es que fueron muchas. He olvidado la última vez que mi rostro vio la luz del sol.
Incomodidad y molestia constante es la descripción básica de los primeros días del cambio, hasta que ladelicada piel se acostumbra y acomoda. O quizá las Fingunt se acostumbren y acomoden a la piel. No creo saberlo.
Caminé lentamente hacia la fila de mujeres, en silencio y evitando tocar el sencillometal que me envolvía ya que estaba a la vista de las Dermthas. Todavía recuerdo el sonido del látigo impactando sobre la espalda desnuda de aquel muchacho que intentó quitarse su máscara, pero eso fuehace mucho tiempo.
El olor a incienso se hacía cada vez más abrumador a medida que las Sidaret se acercaban por el corredor sosteniendo humeantes recipientes.
Trazaron con ceniza un círculo den lamano de cada uno de los presentes. Según las sacerdotisas, aquellas marcas tan simples representaban algo mucho más complejo, la unidad de nuestra sociedad. En mi opinión significa soportar el olor apétalos de rosas quemados hasta que el agua y el jabón borraren todo rastro del dibujo.
Cada ceremonia viene acompañada de un discurso, el cual siempre es el mismo. Todos los peculiares instrumentos quenos imponen tienen un motivo y una función. El templo se encarga de que no lo olvidemos.
Cada máscara es idéntica a las otras. Solo varía el tamaño, el cual depende de la edad de la persona que...