Historia
y los moriscos
Julio Caro Baroja
Es evidente que la Historia tiene que ver con la Moral, pero lo que no es tan claro es cómo tiene que ver. Para los hombres de confesión y de doctrina, no hay duda. Los buenos están a un lado y los malos a otro. La misión del historiador es exponer las maldades de unos (que llegan a lo físico o material) y las bondadesde los otros; además, en esta tarea bastante similar a la del predicador o el abogado, hay que demostrar que son los hechos los que cantan, es decir, que el expositor hará gala de objetividad, rigor científico, equilibrio, además de convicciones y se sentirá como el juez justo ante el pleito claro.
La Historia es el triunfo de la Verdad; todo con mayúsculas. Lo malo es que hace ya mucho quelos historiadores geniales no estuvieron de acuerdo con esta posición y que pensaron que la Moral propiamente dicha tiene poco que ver con el juego de las acciones humanas en la Historia. Tucídices frente a Herodoto. A los que, historiadores profesionales o no, han defendido postura semejante en épocas modernas, se les ha llamado «maquiavélicos», dando a la palabra un sentido peyorativo deinmoralidad. Hoy día hay que confesar que existen pocos discípulos de Tucídides y sí muchos autores de sermones moralizadores, de derechas y de izquierdas, que terminan juzgando; y, sobre esto, tenemos la lacra de las «escuelas» y de las rivalidades, un tanto farisaicas, de cátedras, profesores, candidatos en estado de merecer y alumnos.
Lo que para unos es la verdad absoluta, para otros es unconjunto de errores groseros, de patrañas o de malos argumentos. La sentencia pascaliana acerca de la significación de los Pirineos para determinar lo que es verdad o no, podría adaptarse a otros accidentes o elementos físicos, por ejemplo, las paredes de un flamante instituto de investigación. Se comprenderá así que el tratar de asuntos como el que me toca desarrollar ahora, es decir, el de laInquisición y los moriscos tomando como ejemplo y guía a un historiador precristiano y aún tachado de ateo por algunos, puede decir cosas que parezcan horribles a una serie de gentes beatífícas en todo o, cuando menos, aquejadas de beatería intelectual.
Hacer la apología de la Inquisición es difícil desde hace tiempo. Hacer públicos sus horrores y errores, más fácil pero, en todo caso, las dos tareasse han llevado adelante y no seré yo el que vaya a continuarlas. Si hubiera vivido en tiempos de la Inquisición, creo que habría sido un enemigo más o menos tácito de ella. Pasado el tiempo en que funcionó, he de ser enemigo de los hábitos que dejó metidos en sangre a muchos españoles hasta hoy y que del ámbito religioso han pasado al político y burocrático. Hábitos de soplonería, denunciasecreta, ventajismo oficial, fanatismo y otras lacras que conocemos por experiencia larga.
El haber vivido años en que rebrotó la casta de los denunciantes públicos, de lo que en castellano antiguo se llamaron malsines y en griego recibió el raro nombre de «sicofantes», nos puede servir para recrear o revivir históricamente otras épocas y otros ambientes. También puede servirnos en este caso el haberobservado los efectos terribles del odio entre grupos raciales. Pero vamos al cuento.
«A más moros, más ganancia»
En los estados medievales de la Península Ibérica, Iberia o España, aparte de diferencias étnicas y lingüísticas que caracterizaban, como hoy caracterizan, a catalanes y aragoneses, castellanos y navarros, gallegos, asturianos o vascongados, portugueses y andaluces, etc., habíatres grupos étnicos de significado religioso: en esencia, cristianos, moros y judíos. Cuando don Carnal hacía su «convocatoria» famosa en el poema del Arcipreste de Hita, empezaba así:
«Don Carnal poderoso por la gracia [de Dios
A todos los xristianos, moros é [judiós»
Como un rey podía hacerlo.
En el siglo XIV vivían moros y judíos repartidos en proporciones diversas en las...
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