historia

Páginas: 17 (4157 palabras) Publicado: 3 de marzo de 2014
"Apunté a dar, a la cabeza, para ayudarle"
Era un militante de izquierda, tenía 21 años y estaba haciendo la mili. El destino le colocó en un pelotón de ejecución. No huyó. Disparó a matar. Era 8 de enero de 1972; hace hoy 40 años. Su historia le persigue. Ahora la cuenta en primera persona
 
VICENTE TORRES 8 ENE 2012
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Desfilábamos con la cabeza baja, el fusil colgado del hombro. Ese fusil que parecía abrasar, que aún estaba caliente, aunque había pasado un buen rato desde que se había disparado. Qué casualidad que el camión que nos había llevado estaba aparcado en cabeza de la fila, y todos tenían que esperar a que llegara el último grupo, el nuestro.Todos los demás soldados llevados a presenciar el espectáculo estaban ya subidos a sus camiones, asomados al final de la caja, mirando muy serios al pelotón que desfilaba. Una mirada a la vez de compasión y de miedo: miraban a los verdugos, al pelotón de ejecución, a los que habían matado a otro soldado, a un compañero. Le podría haber tocado a cualquier otro: no éramos voluntarios, sino forzosos.Pero habíamos sido precisamente nosotros. Y ninguno había flaqueado, ninguno se había derrumbado o se había negado a disparar. Era el 8 de enero de 1972.
Yo estaba allí, delante de Pedro, me habían obligado a hacerme cargo de su vida. Por él, por mí, sería rápido
Expósito había entrado a robar de noche en una casa, siendo sorprendido por una mujer y su hija. Las mató con una azada
Para mí, laculpable de estos horribles crímenes era la sociedad que oprimía a aquel infeliz, la dictadura franquista
¿Cómo boicotear aquel acto indigno? Consideré la posibilidad de montar un número, de negarme a disparar
En el camión, de camino a Marines, nuestras caras eran largas. Nos pasábamos la botella de coñac, apurándola
En medio del terrible silencio le oímos preguntar, con los ojos vendados:"¿Puedo arrodillarme?"
Escuchamos la orden de "¡fuego!", y disparamos. Por una eterna fracción de segundo pareció que el reo no caía
A los soldados les obligaban a mirar el cadáver, a sentir que, si se portaban mal, ellos podían estar allí
Circularían muchos rumores, historias, después del suceso. La famosa leyenda del cartucho de fogueo, que se había repartido a escondidas a uno de los soldados, conlo cual todos podíamos tener la esperanza de que nos había tocado, que nosotros habíamos disparado sin bala. Pero no cabía ese respiro: nosotros sabíamos que todos los cartuchos eran de verdad: cada uno de nosotros habíamos llenado el cargador del CETME de munición "de guerra". Sólo nos quedaba el escape de disparar a fallar, de apuntar demasiado cerca o demasiado alto. ¿Cuántos lo harían? Yo nosé si fallé, pero apunté a dar, apunté a la cabeza. Era la única manera que veía de ayudar a aquel pobre chico a acabar cuanto antes. Éramos 15, quién sabe cuantos le dieron en el mismo sitio. Quizás no le di, después de todo. Pero yo estaba allí, y el recuerdo de mi participación en aquella historia, en aquel solemne acto de ajusticiamiento militar sigue amargándome algunos instantes de mi vida,cada año de los 40 que han transcurrido desde entonces. Aquel infeliz había cometido dos asesinatos, pero no por ello tenía que morir, y menos de aquella manera. Para mi desgracia, yo era seguramente el único de los participantes directos que sentía que aquello era injusto, que era un crimen legalizado. El resto tenía el consuelo de pensar que se hacía justicia.
Mi mala suerte, el hechodeterminante de que me tocara precisamente a mí formar parte del pelotón de ejecución se produjo un par de días antes. Yo era cabo segundo en el Regimiento de Artillería n.º 17, de guarnición en Paterna, Valencia. Estaba en mi pueblo de residencia: por eso había hecho la mili "voluntario" en aquella unidad (a cambio de 6 meses más de mili, podías elegir destino: en aquella época te podían mandar a la...
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