historia
Ovidio
A
OS
AD
OS · C
S I CO
S · AD
LÁ
AP
TA D
Adaptación de Agustín Sánchez Aguilar
Ilustrado por Alan Lee
PTAD
Eco y Narciso
A Júpiter le encantaba coquetear con las ninfas. Algunos días, bajaba
a los vergeles* de la Arcadia sin más propósito que bromear con ellas y
robarles un beso si se ofrecía la ocasión. Sin embargo, sabía muy bien
quesu felicidad entrañaba un cierto peligro. Júpiter no olvidaba nunca
que, si su esposa lo descubría jugueteando con las ninfas, estallaría en
un violento ataque de celos cuyas consecuencias podían ser horribles.
Un día, al llegar a la Arcadia, Júpiter le dijo a una de las ninfas:
—Ve en busca de Juno y háblale.
—¿Que le hable? ¿Y de qué?
—Tanto da. Lo que importa es que no se percate de quehe venido aquí a pasar el rato…
La ninfa, que se llamaba Eco, cumplió el encargo a la perfección.
Desde entonces, cada vez que Júpiter aparecía por la Arcadia, Eco iba
en busca de Juno y le hablaba sin parar. A la diosa le encantaba escucharla, pues Eco contaba las historias con una gracia infinita. Su parloteo incesante levantaba el ánimo y mataba las penas. Pero un día,
mientras Ecocharlaba, Juno oyó de pronto las risotadas de Júpiter, y
entonces comprendió el verdadero sentido de la cháchara* de Eco. Loca de furia, Juno exclamó:
—¿De modo que vienes a embobarme con tu palabrería para encubrir a Júpiter? ¡Eres una traidora, Eco, y vas a pagar tu maldad al
precio más alto! A partir de hoy, podrás parlotear todo lo que quieras,
pero ni una sola de las palabras que digas será tuya.Desde aquel día, en efecto, Eco se limitó a repetir las últimas palabras de lo que decían los demás. Cuando el pastor gritaba: «¡Viene el lobo!», Eco repetía: «¡El lobo, el lobo…!», y cuando los niños proclamaban
desde la copa de los árboles: «¡El bosque es mío!», Eco murmuraba con
falsa alegría: «¡Es mío, es mío, es mío…!». Su voz se convirtió en un simple espejo, roto y confuso, de laspalabras ajenas. Eco ya no podía conversar con nadie, ni expresar sus sentimientos ni desahogar su alma. Se sentía tan avergonzada que se retiró a lo más hondo del bosque para que nadie pudiera verla.
Una mañana, descubrió entre los árboles a un joven cazador. Era, en
verdad, un muchacho hermoso, y Eco no pudo resistir la tentación de es-
eco y narciso
piarlo. Le encantaron sus ojos y sus manos,y el aire distinguido de su modo de
andar. Al mirar a aquel joven, Eco notó una brecha de luz en las tinieblas de su
alma. Aunque jamás había estado enamorada, reconoció al instante los síntomas del amor. Entonces más que nunca añoró el don de la palabra. Habría
querido acercarse a aquel muchacho y confesarle lo que estaba sintiendo, pero
su voz ya no servía para esas cosas… De repente, Ecopisó una rama seca, y el
joven Narciso, alarmado por el chasquido, la descubrió entre los árboles.
—¿Quién eres? —le preguntó.
—Eres… —dijo Eco.
—¿Por qué me miras así?
—Así…
—¿Es que quieres decirme algo?
—Algo…
Eco se sintió tan impotente que decidió demostrar con hechos lo que no
podía decir con palabras, así que se acercó a Narciso y lo abrazó con todas sus
fuerzas. El joven quedó tansorprendido que apartó a Eco de un empujón.
—¡Estás loca! —dijo—. ¡No vuelvas a tocarme!
Nadie podría describir lo que Eco sintió en aquel momento. El desdén de
Narciso fue un zarpazo brutal que trastornó para siempre su castigado corazón. Abatida, Eco se refugió en una cueva, donde permaneció durante muchos
días, con el dolor del alma en carne viva, lamentándose sin descanso de todos
losbienes y alegrías que le estaba prohibiendo el destino.
metamorfosis
En realidad, Eco no fue la primera víctima de Narciso, ni habría de ser la
última. Con su belleza sobrehumana, aquel muchacho despertaba pasiones en
todas partes, y eran muchas las ninfas y doncellas que le habían declarado su
amor. Narciso, sin embargo, las rechazaba a todas sin contemplaciones, con el
desdén olímpico...
Regístrate para leer el documento completo.