Historia

El nombre propio, la patria y el oficio suelen ser en nuestro mundo las principales señas de identificación de los individuos de especie humana. En casi todos los casos no depende de nosotros el onomástico y el gentilicio, pero generalmente si a cada uno de nosotros nos toca darnos cuenta del oficio que hemos elegido.
Según la organización Internacional del trabajo, las personas que consideranaptas para el quehacer productivo se reparten en diez mil ocupaciones, carreras, oficios o empleos. Los demás de grado o por fuerza, asumen una ocupación mecánica, manual o servil. Un número menor desempeña un empleo empresarial, político o de mando. Solo una minoría de la población activa se compromete con un oficio intelectual, de alta cultura o libre.
El oficio de historiador en México esta, sino en la cúspide de su gloria, si en un periodo de bienaventuranza superior al limbo que tuvo en la Nueva España. Aunque eran muy pocos y de buenas familias no podían costearse un tiempo completo para sus investigaciones, ninguna universidad los deparaba, casi todos poseían un diploma de abogado, médico o ingeniero que los sacaba de apuros. Casi todos figuraron como políticos que en tiempos demala fortuna escribían historias.
En el último medio siglo las condiciones económicas, de prestigio y de fuerza del historiador han cambiado notablemente. El historiador de ahora accede a muchas residencias prestigiosas, obtiene recursos de su alama mater, recibe premios de agencias públicas y privadas, mas aparte los ingresos por cátedras, regalías y trabajos especiales.
Los historiadoresresponsables rara vez se abrevian a navegar fuera de los mares conocidos del gobierno, la guerra y la religión. En el día de hoy todo lo acontecido al ser humano y la naturaleza se ha vuelto historiable siempre y cuando haya testimonios probatorios.
La escala jerárquica en el quehacer histórico ha dejado de establecerse a partir de temas. Ahora el ser historiador bueno o malo, popular o elitista,profundo o superficial, de lectura placentera o somnífera, proviene de la práctica metódica del camino que se siga para ir al pasado y volver de él.
Los textos históricos se asemejan a un iceberg. Del material usado para escribirlos solo queda a la vista, cuando bien va, una decima parte.
Escribir, editar y vender siguen siendo las etapas últimas del oficio histórico. La tarea de reconstruir el pasadono concluye en la imagen que el investigador se hace de otras épocas y ni siquiera en el discurso oral delante de un auditorio. Ser historiador en México siempre ha exigido el informe final bien redactado, la historia narrada para ser leída.
El costo actual de las ediciones impide publicar un libro por cuenta propia. El historiador de nuevo cuño entrega sus escrituras a una empresa editorial quealivia al autor de múltiples preocupaciones y tareas mecánicas. Pero cada vez la intervención de los intermediarios se vuelve más tiránica y acaparadora.
Ninguna historia es tan dada a reconstruir su historia como México, pero hay la necesidad de reflexionar acerca de la producción de lo que se consume tanto aquí “hacer historia en tierra de indios”.
Los primeros historiadores de acápenetraban poco en lo sido porque solo disponían de la tradición oral. Los de hoy se meten hasta la cocina del pasado por medio de cadáveres, tradiciones, monumentos, fotos, mapas y una inmensa documentación.
Hay tres enfoques para ver y hacer la historia: el enfoque “positivista”, eleva a la historia al rango de ciencia, busca la verdad escueta sin adornos y procede su trabajo sin ideas previas niprejuicios; el enfoque “idealista”, niega la posibilidad de separar la historia del historiador, piensan que el verdadero historiador no recopila, crea, el no nace, se hace; y el enfoque “ecléctico”, afirma que las virtudes del historiador se resumían en dos palabras: paciencia e imaginación, paciencia para juntar ladrillos e imaginación para construir palacios, comulgaban con Trevelyan: “El...