Historia

Parrilla,  bar y cafetería
 
Todos los últimos sábados de cada mes, me ubico en el mismo lugar***, junto a la ventana, entre las dos columnas del fondo, donde están las rejas y las plantas. Vengo desde hace años, a este lugar***.
Desde aquel mostrador interno donde se ponen a charlar el encargado de la parrilla y los mozos de las mesas, hay veces que vuelan las carcajadas de los hombres, y lasmujeres de la cafetería ríen escondiendo el rostro con las manos o con las cartas que cargan de una mesa a la otra.
Pido mi Whisky con hielo y un vaso de soda. Leo un libro, hoy. A veces escribo algo, o sólo observo el entorno.
¿Me pregunto cómo me llamarán? Deben de saber hasta mi árbol genealógico, habrán investigado todo ya, con lo pillos que son. Pero me gustaría saber si saben por quévengo.
Después del Whisky siempre me tomo un tiempo y luego pido el almuerzo. A media tarde un café y luego salgo por la puerta del costado. Eso lo hago siempre que vengo, pero hoy, Dios dirá, cómo termina esto.
-¿Va a almorzar algo la señora? –pregunta el mozo.
-Sí, en un rato –contesto.
-¿Parrilla, pasta o minuta? -pregunta el hombre.
-Aún no sé –digo sin mirar.
-¿Quiere probar algún vino enespecial? –insiste.
-No -digo secamente.
-¿Le sirvo más Whisky? –vuelve a decir.
Levanto la vista, cierro el libro que estoy leyendo, para poder ver al mozo, que me mira con los ojos fijos, sin parpadear. Está absorto por mi presencia.
-A ver –le increpo- quiero leer en paz ¿puede ser? Yo le aviso cuando quiera algo.
El hombre sigue hablando como si no me escuchara, y dice de mí en tercerapersona:
-Porque la señora es escritora, o lectora, y viene aquí a hacer siempre lo mismo, todos los últimos sábados de cada mes
-¿Y con eso? –pregunto.
-¿Qué espera? ¿O es el único día que tiene libre?  -pregunta sentándose frente a mí.
-No es de su incumbencia –le contesto
-Ya todos lo sabemos -susurra. Logra sacarme de mis cabales, dejo el libro y lo interrogo:
-A ver señor sabelotodo, ¿quésaben? –Sonríe, vuelve a tomar la bandeja desde mi mesa y se va.
-Están de vivos, pretenden que les cuente mi vida –pienso en voz alta-. ¡Lo que me faltaba!
Retomo el libro y comienzo a leer. Justo en el capítulo en que el barman descubre a la protagonista con un posible cargamento prohibido en su bolso. La denuncia con la justicia*** y cuando vienen los oficiales a detenerla, la chica seresiste y la matan.***
No puedo detener los latidos de todo el cuerpo, no voy a quedarme más tiempo sentada. Voy al tocador, luego hasta las vidrieras de los postres, me detengo y miro los cuadros, y cuando vuelvo a mi mesa, están los dos mozos sentados conversando, mientras sus bandejas duermen depositadas sobre el mantel. Me siento junto a ellos y ni me registran. Hago ruidos, choco los vasos apropósito, agarro las bandejas y las pongo ruidosamente, una sobre la otra, y tampoco, me pellizco para ver si estoy despierta.
-No jodas -dice el más joven- estos son los mismos que vi ayer en el bowlling
- Sí -contesta el otro- son los hijos del judío.
-No saben qué hacer con la plata, -le escucho al otro- tienen como diez autos.
Entonces el más joven haciendo un gesto contrariado contesta:
-¿Ylas casas que tienen? Y pobre de los empleados, ya nadie quiere trabajar con ellos
El otro arreglándose el pelo agrega:
-Y la negra, no se pierde una ¿viste? Todos los días viene y pide de lo mejor.
-Y sí, ahora hace veinte horas por día en la empresa –repone el otro.
-Qué bueno, loco, esto me pasa por no haber estudiado, con lo que me gusta esa mujer – explica el muchacho- la vieja me dijo,“si no hacés algo, vas a ser un pobre diablo” y mirá todo el día metidos acá y no podemos pagar ni el alquiler, cuanto más tener una novia como esa.
El otro intenta hacerlo ver que eso no importa.
-¿Pero viste el loco del puesto? –le dice- es un bruto, se asoció con el Manuel y ahora está lleno de plata.
-Tenés razón – sigue el compañero comprendiendo el mensaje- ¿supiste lo del marido de la...