Historia

Me encontraba yo, en una oscura noche de invierno, sentada junto a una ventana, observando el desliz de los copos de nieve, desde el cielo azabache hasta la delicada capa de nueve que cubría elcésped agobiado por el intenso frío. Podía ver y sentir mi cálido aliento chocar contra el cristal, cubriendo mi cara con un nítido vapor.

Acababa de volver de la Vanguardia. Mi tarea allí se limitaba asanar a los heridos y exaltar los ánimos de los valerosos guerreros demacianos para que continuaran su labor en batalla. Más de la mitad de las pobres almas que me agradecían, nunca las volví aencontrar. A pesar de llevar varios meses aquí todavía no me acostumbro a la crueldad de esta guerra sin fin. Aunque me asustaría si algún día lo llegara a hacer.

El pequeño espacio en el que me encuentroobservando el lento pasar de las horas, es lo único que me reconforta. Me hace recordar mi infancia, en un orfanato de Jonia, privada del poder del habla y de padres desde mi nacer, abandonada junto ami “etwahl”, un exquisito instrumento junto al que fui encontrada. Fue mi única compañía, y es el único vástago del recuerdo de mis padres.

Mientras estaba sumida en mis pensamientos, una sensacióncálida y reconfortante me llenó.
No sé como describirla, era algo placentero y delicado pero a la vez audaz y decisivo.
No estaba segura de donde o de quien venía, pero a lo lejos se lucía una figuraque nunca antes había visto en el tiempo en el que estuve aquí. Una fugaz y atrevida mirada de color ámbar chocó contra mis celestes ojos. Su brillante y sedoso pelo negro desprendía una sofisticaday seductiva aura de elegancia. Y como el último rayo de sol de un atardecer, desapareció.

Con la intriga en mi mente de quién podría ser esa mirada, reposo mi cabeza contra la cama y me sumo en unprofundo sueño.
















Me despierta el leve canto de un ruiseñor que se suele posar las mañanas invernales junto a mi cuarto. Lentamente me levanto mientras pienso en la sensación de ayer,...