Historias cotidianas.

Pasados memorables 1.

Junio 2.

La única cosa que le preocupaba a Esteban, era el quedarse solo y aburrido en la casa de campo que su abuela Antoinette tenía a las afueras de la ciudad, a unos veinte kilómetros por la carretera estatal. Ese verano había decidido pasar tiempo con su familia, pero sus padres, siempre ausentes en casa, habían tenido que salir de la ciudad por lo que la únicaescapatoria del tedio urbano era la lejana casa de la abuela; donde su infancia se remontaba al pequeño lago que yacía por un lado de la cabaña y a un bosque inmenso por donde el camino de terracería cruzaba hasta la carretera. Todo un mundo ya explorado. Seguía sin recordar, o más bien sin decidir del todo el motivo por el cual, aparte de la ausencia paternal, accedió a permanecer con su abueladurante otro verano. Pero valdría la pena. En ese entonces esperaba con ansias la llegada de sus primos, en especial la de Alexander y Estefanía. Con quienes tenía una relación muy estrecha y solo veía en vacaciones y días festivos. Su llegada solitaria un miércoles solo prolongo el tedio de los calurosos días veránales. Su abuela, una señora de sesenta y cinco años, vivía junto a una joven deveinte que le ayudaba en las labores domesticas. Aunque solo era durante el verano en aquel rincón inhóspito del mundo, Roxana siempre iba a ayudarle a la señora Antoinette con las labores y demás tarea hogareñas de la cabaña. Había sido contratada cinco años atrás y solo era un trabajo de medio tiempo, por lo que ya estaba familiarizada con la mayoría de los que se hospedaban en vacaciones. Estebanpor su parte no tenía mucho contacto con ella, aun cuando los calurosos días le obligaban a pasar horas indagando en su soledad mientras su abuela dormitaba por las tardes, jamás se había atrevido a cruzar palabra alguna que no fuera otra cosa más que para el trabajo del que se encargaba, existía una limitante que le impedía acercarse más de la cuenta. Esa tarde sería diferente. Por alguna extrañae inverosímil razón sus actos fueron impulsados por un deseo de comenzar a relacionarse con esa joven mujer. Recordaba en el año anterior, cuando su visita también fue inminente en el calor del verano, a una joven de aspecto tímido y sonrisa silenciosa, que se paseaba por toda la enorme cabaña con tal sigilo que nadie se percataba de su presencia en algunas ocasiones, o al menos, el recordabaeso. Era ella la que había estado ahí siempre, desde que comenzó a visitar a su abuela. Jamás en su vida se dio a la tarea de preguntarse con curiosidad el por qué ni el cuándo de su llegada ni su antecedente. En aquella época le era indiferente. Pero ahora, por un extraño impulso interior, comenzaba a fijar sus ojos en esa cara pálida y seria, y en esos ojos cafés que producían un efectohipnotizador en él. Esteban tan solo tenía catorce años cuando cruzo su primera palabra amistosa con ella. Todo eso recordó al posicionar su triste y cansada mirada en el marco de una fotografía vieja que los años no habían perdonado. En ella aparecían él y Roxana mirando sorpresivamente a la lente de la cámara, sentados en el gran balcón de la terraza, observando por aquel entonces el reflejo amarillo de unatardecer que su corazón aun mantenía cálido en lo más profundo e intimo de sus recuerdos en el momento en que volvió a su anhelado pasado. Observaba con cautela y atención la foto, estudiando cada detalle de ella, como si su mente tratara en esos momentos de fotocopiar la imagen vieja de sus recuerdos. El silencio invadía la cabaña entera y los insectos del exterior comenzaban a producir elruido extraño que hace de las tardes calurosas un poco más alegres. Sus oídos se llenaron de esa extraña melodía que lo transportaron y alcanzo a escuchar las primeras palabras que salieron de los labios de Roxana aquel día sorpresivamente inolvidable.

- Te aburres porque quieres. – Comento Roxana al momento de salir al balcón para sacudir los tapetes rojos de la sala.

- ¿Cómo sabes...