Historias De Terror

LA LAGUNA BUZA
I
Sentados alrededor de la fogata, mirábamos la madera que ardía entre las llamas. Cada crepitación de las ramas en el fuego parecía contarnos algo: una historia que nos hipnotizaba y transportaba a otros lugares y otros tiempos. El silencio de la noche parecía contagioso y nos transmitía una sensación de cansancio que no se despegaba. Con ojos soñolientos, Guillermo nos despertódel letargo para contarnos aquellos rumores que se decían acerca de la laguna Buza:
* Aquí cuentan que por la noche se escuchan voces que salen del agua.
Jorge comenzó a reír. Todos nos vimos las caras, sin saber qué responder al comentario.
* Creo que las pruebas finales te estresaron mucho y te volviste loco -le respondí.
En realidad los exámenes para aprobar el bachillerato nosdemandaron un gran esfuerzo. Habíamos puesto tanto empeño en ellos que nos creíamos merecedores de una aventura memorable, una recompensa que coronara nuestra dedicación. Es así como como llegamos al pueblo de San Fernando. Tras caminar un buen trecho nos encontrábamos acampando a 60 kilómetros de Cuenca, frente a un bello estanque de mansas aguas.

Anochecía y comenzaba a soplar un viento helado.Sabíamos que pronto tendríamos que entrar a nuestras tiendas de campaña, arroparnos bien para calentarnos. Andrés se despojó de la manta y sacó de su mochila un paquete de dieciséis salchichas que nos dispusimos a asar.

* Comamos y bebamos, para oír a las voces de la laguna con la barriga llena -les dije.

No bien acabé de decir aquello, como si hubiésemos provocado a algún genio dellugar, escuchamos un murmullo, era una voz humana tarareando una canción y silbando cada vez más cerca.

* ¡Hey!, ¿Quién está ahí? – grité iluminando con la linterna- entre los pinos.
* Alguien viene caminando lentito, –susurró Jorge- parece algún capataz de hacienda.

No puedo negar que tuvimos miedo. Alumbramos con las lámparas el rostro de aquél hombre, nos impresionó su bastón demadera, su negra barba enmarañada.
* No tengan miedo –nos dijo- solo he venido a pedir su caridad, no he comido y tengo sed, ustedes tal vez me podrían compartir alguito.
* Tenemos bastante comida hombre, siéntese a que se caliente – le sonreí- sabe, por un momento lo confundimos con un ladrón.
* No yo vivo por aquí, desde siempre.
* Es frío este lugar –comentó Guillermo.
* Sí poreso les agradezco jóvenes –respondió.
II
El hombre se sentó, acomodó su poncho, bebió un sorbo de chocolate caliente y nos sonrió.

* Saben jóvenes, sentir su hospitalidad en verdad me da una gran alegría, no tienen idea.

Nos miramos en silencio. Se escuchaba cada vez más cerca las temibles voces que Guillermo nos había advertido: sonaban como si alguien clamara desde lasprofundidades de la laguna.

- No se asusten –nos dijo nuestro invitado- solo es… el viento
- Se oye como si alguien se quejara -respondí.
- Hace tiempo en este lugar había una hacienda hermosa, con amplias caballerizas, establos con animales, sembríos de maíz y papa. Una casa grande, con amplios corredores y patios internos adornados con flores.

- ¿Y qué pasó? -inquirióAndrés.
- Me acuerdo que un viejo mendigo subía por el camino de San
Fernando, en las alturas de la cordillera. Era de noche y no había nadie por los caminos. Sólo se veía, a lo lejos, las luces de las casitas, y la luz deslumbrante de la enorme casa de hacienda que les mencioné y que pertenecía a la familia más rica del pueblo.

Toda la casa estaba llena de luces y farolesencendidos. Se veía mucha gente, carruajes que entraban y salían del lugar. La gente se alistaba para participar de un magnífico banquete con toda clase de bocadillos de carne, de pollo, de cerdo, también había empanadas y dulces.
III

El mendigo se acercó lentamente a la casa y golpeó la puerta. Adentro se escuchaban las melodías de un piano, risas, voces cantando al unísono. Otros...