Reseña: Los delitos contra la Administración Pública tienen hoy un papel significativo y determinante en el prestigio o desprestigio de la administración de justicia. Tal vez igual, incluso mayor,piensan algunos, que aquel asignado a los delitos violentos, pues no puede olvidarse la contundente enseñanza acerca de que una deficiente administración oficial genera y multiplica la violencia, en lamedida en que ciertos administrados pretenden retomar la justicia por su cuenta, espiral que va ascendiendo, cuando además para librarse de imputaciones algunos laceran moral y físicamente a losjueces y autoridades, sirviendo la corrupción como pretexto para la reacción, a modo de tropelías en búsqueda de reivindicar el “estado de naturaleza” de todos los terrorismos de izquierda y de derecha.Una estable y eficiente Administración Pública, signada por los principios de un Estado social y democrático de Derecho, es el mejor instrumento para la configuración de una realidad social propiciapara el libre desarrollo de la personalidad, aquel clima de oportunidades para que el ser humano libere sus potencialidades y descargue institucionalmente sus desesperanzas, preocupaciones yfrustraciones, en un ámbito de canalización formal-institucional, vertido en respuestas racionales-razonables, previsibles, controladas y previamente diseñadas por el Estado.
Tal bien jurídico, sosténmismo del sistema político y social, muy a pesar de que media como instrumento en la consecución aseguramiento y garantía de aquellos bienes de naturaleza personal, política y social –derechosfundamentales de autonomía, democráticos y de prestación-, toma en el Estado moderno una sin igual y significativa importancia que reclama por la doctrina y jurisprudencia un tratamiento racional y sistemáticode las conductas que lo afectan, en búsqueda de que se materialicen aquellas expectativas cifradas en su adecuada protección, a fin de cumplir con aquel postulado que Klaus Adomeit asigna al...
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