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Podemos designar el complejo de Edipo como el fenómeno central del temprano período sexual infantil. Este nos habla de los deseos del niño, el cual ama y admira a su padre; pero muypronto entra en escena el otro lado de esta relación de sentimiento. El padre es discernido también como el perturbador de la propia vida pulsional, el niño no sólo querrá imitar la figura parental,sino también eliminarla para ocupar su lugar. Coexisten, una junto a la otra, la corriente tierna y la hostil hacia el padre, y ello a menudo durante toda la vida, sin que una pueda cancelar a laotra. En tal coexistencia de los opuestos reside el carácter de lo que llamamos «ambivalencia afectiva». Se ama y se odia a un mismo objeto. El sujeto reprime estas tendencias y renuncia a ellas, parapoder socializarse; a pesar de ello no desaparecerán, están reprimidas y producen efectos inconscientes en la conciencia.
Los sujetos llevan en mayor o menor grado esa ambivalencia, tanto es así quepodemos referirnos a la ambivalencia como constitucional del sujeto psíquico. Se considera que la predisposición a la neurosis obsesiva, se singulariza por una cuantiosa medida de esa originariaambivalencia de sentimientos. Normalmente no es tan elevada como para originar reproches obsesivos; pero cuando aparecen, estos se manifestarán en las elecciones de objeto, es decir con los más amados,según el sentido común es donde menos se lo esperaría sino tuviéramos presente dicha ambivalencia afectiva.
En las relaciones de pareja, en las relaciones de ambito familiar y en las relaciones...
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