HOJA 308

Páginas: 7 (1727 palabras) Publicado: 6 de julio de 2015
LA HOJA VOLANDERA
RESPONSABLE SERGIO MONTES GARCÍA

Correo electrónico sergiomontesgarcia@yahoo.com.mx
En Internet www.lahojavolandera.com.mx

LA MAÑANA DE SAN JUAN
Manuel Gutiérrez Nájera
1859 – 1895
Manuel Gutiérrez Nájera (nació en la
ciudad de México, el 22 de diciembre;
murió en la misma, el 3 de febrero), escudado con diversos seudónimos –El duque Job, Recamier, entre otros–, escribió unaprolífica obra poética, literaria,
periodística, teatral, etc. Fue fundador
de la Revista Azul, publicación de difusión del modernismo en México.

Pocas mañanas hay tan alegres, tan frescas, tan
azules, como esta mañana de San Juan. El cielo está
muy limpio, “como si los ángeles lo hubieran lavado por la mañana”; llovió anoche, y todavía cuelgan
de las ramas brazaletes de rocío que se evaporanluego que el sol brilla, como los sueños luego que
amanece; los insectos se ahogan en las gotas de
agua que resbalan por las hojas, y se aspira con regocijo ese olor delicioso de tierra húmeda, que sólo
puede compararse con el olor de los cabellos negros, con el olor de la epidermis blanca y el olor de
las páginas recién impresas. También la naturaleza
sale de la alberca con el cabello suelto y lagarganta
descubierta; los pájaros se emborrachan con el agua,
cantan mucho, y los niños del pueblo hunden su cara en la gran palangana de metal. ¡Oh mañanita de
San Juan, la de camisa limpia y jabones perfumados, yo quisiera mirarte lejos de estos calderos en
que hierve grasa humana; quisiera contemplarte al
aire libre, allí donde apareces virgen todavía, con
los brazos muy blancos y los rizoshúmedos. Allí
eres virgen: cuando llegas a la ciudad, tus labios rojos han besado mucho; muchas guedejas rubias de
tu undívago cabello se ha quedado en las manos de
tus mil amantes, como queda el vellón de los corderos en los zarzales del camino; muchos brazos han
rodeado tu cintura; traes en el cuello la marca roja
de una mordida, y vienes tambaleando con traje de
raso blanco todavía, pero yaprostituido, profanado,

semejante al de Giroflé después de la comida, cuando la novia muerde sus inmaculados azahares y empapa sus cabellos en el vino! ¡No, mañanita de San
Juan, así yo no te quiero! Me gustas en el campo,
allí donde se miran tus azules ojitos y tus trenzas de
oro. Bajas por la escarpada colina poco a poco; llamas a la puerta o entornas sigilosamente la ventana,
para que tu mirada alumbreel interior, y todos te recibimos como reciben los enfermos la salud, los pobres la riqueza y los corazones el amor. ¿No eres
amorosa? ¿No eres muy rica? ¿No eres sana? Cuando vienes, los novios hacen sus eternos juramentos;
los que padecen, se levantan vueltos a la vida;y la
dorada luz de tus cabellos siembra de lentejuelas y
monedas de oro el verde obscuro de los campos, el
fondo de los ríos yla pequeña mesa de madera pobre en que se desayunan los humildes, bebiendo un
tarro de espumosa leche, mientras la vaca muge en
el establo. ¡Ah! Yo quisiera mirarte así cuando eres
virgen, y besar las mejillas de Ninón... ¡sus mejillas
de sonrosado terciopelo y sus hombros de raso blanco!
Cuando llegas, ¡oh mañana de San Juan!, recuerdo una vieja historia que tú sabes y que ni tú ni yo
podemosolvidar. ¿Te acuerdas? La hacienda en que
yo estaba por aquellos días era muy grande; con
muchas fanegas de tierra sembradas e incontables
cabezas de ganado. Allí está el caserón, precedido
de un patio con su fuente en medio. Allá está la capilla. Lejos, bajo las ramas colgantes de los grandes
sauces, está la presa en que van a abrevarse los rebaños. Vista desde una altura y a distancia, se diría
quela presa es la enorme pupila azul de algún gigante, tendido a la bartola sobre el césped. ¡Y qué
honda es la presa! ¡Tú lo sabes...!
Gabriel y Carlos jugaban comúnmente en el jardín. Gabriel tenía seis años; Carlos, siete. Pero un
día, la madre de Gabriel y de Carlos cayó en cama,
y no hubo quién vigilara sus alegres correrías. Era el
día de San Juan. Cuando empezaba a declinar la tarde,...
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