Hola Hola

Navidad


Empieza la carrera contrarreloj. Las calles de Madrid lo anuncian: lucecitas, campanitas y demás adornitos componen el alumbrado navideño. El cava más promocionado de España ya emite por todas las cadenas el anuncio estrella de diciembre con Pilar López de Ayala y una marca de turrón nos recuerda que volvamos a casa por Navidad... ¡El dos de diciembre! Con tanta anticipaciónllegaremos a la Nochebuena ahítos y desfallecidos sólo porque algunos entienden estas fiestas cono un maratón de consumismo, alegría y una fraternidad con fecha de caducidad.


Como a la mayoría, me revienta que me programen con tanta antelación los sentimientos, que me llame gente que, habitualmente, se diluye en el calendario el resto del año para felicitarte porque, simplemente, eres unnúmero más en su agenda. No hay experiencia más desoladora que la de que, en estos días, alguien te suelte el latiguillo de «bueno, a ver cuándo nos vemos», sabiendo que será improbable porque no tenemos nada que contamos.


Lo menos perjudicial para la salud y la cuenta corriente es hibernar en este mes, refugiarse en la guarida de los afectos imperecederos y esperar a que arrecie eltemporal de emociones adulteradas, tanto como la tradición en la que se ampara. Además, siempre me atraganto con las uvas y empiezo el año esparciendo su jugo sobre la alfombra.
Cecilia García, La Razón, 4 –XII- 2002

COMENTARIO CRÍTICO

El texto es una columna periodística[1] en la que la autora, Cecilia García, critica el ambiente previo a la llegada de la Navidad porque eseambiente, en su opinión, no se diferencia en nada de la verdadera Navidad. Aunque aún falte mucho para la Navidad, las calles están adornadas y los anuncios más típicos de las fiestas se pueden ver ya por televisión. Se adelanta, en consecuencia, la Navidad con el propósito de que las conductas propias de esta fiesta, el encuentro con las personas queridas y el despilfarro en comidas especiales yregalos, empiecen mucho antes y, por tanto, duren más tiempo, como se señala con las metáforas que se refieren a estas semanas prenavideñas como una “carrera contrarreloj” y “un maratón”.


La intención que se esconde tras este adelanto está muy clara para la autora: obligar a consumir. Y, para lograr este objetivo, se utilizan dos métodos que imponen los ideales navideños sin que hayaescapatoria posible. Uno es la presencia ubicua de todo lo relacionado con la Navidad: “las calles de Madrid lo anuncian”, “ya emite por todas las cadenas”. El otro, el empleo del sentimentalismo con fines comerciales. El uso del diminutivo descubre que este sentimentalismo se manifiesta, en primer lugar, en los adornos de las calles: “lucecitas, campanitas y demás adornitos”. Pero, sobre todo, elsentimentalismo sobresale en los anuncios. Las hipérboles con que Cecilia García alude al anuncio de un cava, y que tanto remarcan su excepcionalidad (la del anuncio, no la del cava: el “cava más promocionado de España” y “el anuncio estrella de diciembre”), revelan que esta mezcla de los sentimientos con el consumo ha resultado tan indisociable que el propio anuncio se ha convertido en parte de latradición, en un elemento esencial de la Navidad.


El ejemplo del anuncio del turrón profundiza más en esta perversión de los sentimientos. Su mensaje se dirige subrepticiamente a la posible mala conciencia de aquéllos que han escogido pasar la Navidad de un modo distinto al tradicional, lejos de una familia a la que quizás no haya razones ciertas para desear ver: “una marca de turrón nosrecuerda que volvamos a casa por Navidad”. Con ese recordatorio, la marca de turrón actúa como voz de esa mala conciencia del espectador y queda transformada en un símbolo de la felicidad familiar. La fingida sorpresa de la autora por la fecha en que esto se hace, “¡El dos de diciembre!”, denuncia con ironía los fines comerciales del anuncio, al poner en evidencia lo absurda que resulta esta llamada...