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“Plata quemada”, que sí podría figurar entre las mejores novelas “duras” escritas en nuestro país, no parece nidecisiva ni ineludible, pero es un relato verdaderamente atractivo y, tanto para la bibliografía de Piglia como para la producción nacional de fin de siglo, significativo.
Si esta nueva novela “baja” el nivel del escritor, también habrá que entender ese “descenso” como deliberado en cuanto búsqueda de referentes sociales explícitos para una escritura que se afirmaba, con brillo propio, enarticulaciones puramente literarias. De la ficción a la no ficción, aunque este deslizamiento ofrece cuestiones por desentrańar; Piglia se esfuerza por subrayar los aspectos investigativos para afirmar la evidencia real de los sucesos, pero allí está Emilio Renzi, habitante permanente de su obra, cronista de El Mundo (cronista del mundo, como Arlt) para insertar lo narrativo, lo novelesco. Renzi falsifica(en el sentido pigliano: simula, dobla, reproduce) lo que ocurre en la realidad. Ese simulacro, esa “ilusión de falsedad” (de raíz macedoniana-borgeana) es la literatura misma, jamás entendida como “reflejo” de lo real. Renzi, como en “La loca y el relato del crimen”, observa, anota, analiza y luego escribe sobre la verdad: no la refleja, la reconstruye.
El dinero que los delincuentes queman(ese gran símbolo de la sociedad moderna, “ofrecido” a los dioses en un acto “absurdo y gratuito”, en una especie de ceremonia que es, a la vez, un sacrilegio) es descripto como una apariencia: “en un bargueńo, con un espejo que lo duplicaba, como una ilusión en el agua pura del espejo.”
Por eso el texto parte como noticia periodística, próxima en el estilo y en el método a la sagacidad delWalsh de “Operación Masacre”, avanza como intriga policial dura, emulando las formas de la “serie negra” y se resuelve como novela social, desde un entramado que se acerca a la letra marginal de Roberto Arlt.
II. La locura, esa exterioridad...
Los personajes de “Plata quemada” son prisioneros del delirio; hombres y mujeres sin ley, sin compasión, sin límites. Delincuentes y policías quecomparten la locura del desprecio por la vida en todas sus formas: violencia, tortura, drogas, traiciones, indolencia, alienación...
La disputa, entre el heroísmo y el absurdo, se escenifica en el centro de lo social: la calle, como una evidencia o una exposición. La ciudad, mira.
La historia, entonces, se articula desde un relato que entreteje lo real (lo que pasa en la calle) con lo novelesco(el tejido de discursos que dicen lo que pasa en la calle) para dar cuenta de la marginalidad social y su enunciación, una escritura de los bordes. Lo marginal, como en los textos de Arlt, es interior a la experiencia social, y allí reside un acierto importante de Piglia, que sutil y eficazmente refuerza esa concepción mostrando que la locura no es “lo otro” de nuestra cultura sino “lo propio”.“Plata quemada” deja descubrir las historias iniciales, las zonas felices y esperanzadas de las vidas de los abominables asesinos de la trama. La cárcel, como una verdadera máquina de represión y deshumanización, desnaturaliza los códigos legales y morales y vacía toda ilusión posible. En el sitio de combate no hay lugar ni para el miedo ni para la compasión, sólo el desnudo coraje para...
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