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Digamos que Guillermo Martínez habla de la controversia entre racionalismo e idealismo, usando como recurso el Fausto de Goethe. Quizá pudiera ser una síntesis demasiado cicatera con respecto alconjunto de la novela, la cuál tampoco es que sea larga, ni mucho menos, pues otros aspectos son también observables, como algunos que no pueden ocultar el carácter autobiográfico que ha usado el autor ensu desarrollo, amores no correspondidos, la cínica burla de la muerte que nos acecha en cada esquina, las actitudes destructivas, la insensible presión de una sociedad que perfila estereotipos, etc.Pero si me pidieran un resumen de la misma me quedaría con ese: racionalismo versus idealismo a modo de Fausto. Cada uno de ellos representado por un joven cargado de talento, pero con distintosprincipios existenciales. El racionalista progresa dentro del arbitrio de nuestra sociedad moderna, apoyándose en los fundamentos; el idealista piensa que tiene otra solución, se sumerge en ella,aislándose, para definirla. No se puede ocultar que tampoco es que sean categóricos racionalismo e idealismo. Su zona de interacción la domina la filosofía, con su variedad de vertientes de enfocar al hombre ya su pensamiento. No podía ser de otra manera, en la novela aparece la impronta cartesiana, la de Kant, Nietzsche (¿cómo no?) y otros. Pero también aparece el descubridor de la imposibilidad deconstruir una teoría totalmente completa (con todos sus supuestos demostrados) que lo englobe todo: Kurt Gödel. Guillermo Martínez se inventa un personaje, Arthur Seldom, que lleva el resultado de aquel máspróximo a la filosofía. Su interpretación es la daga racionalista que destruye el idealismo de poder con todo. ¿Qué posibilidad le queda al idealista? Vender su alma al diablo a cambio de que éste lede la fortuna (¿fortuna?) de acceder a un conocimiento global. ¿Y para qué? Este pormenor no lo puedo revelar ahora, pues forma parte de la resolución de la novela, una deliciosa novela, en todo...