Hola
El lector atento que haya visto detenidamentela parte precedente de este libro al punto advertirá que no puede haber dos sistemas más opuestos que el de Su Señoría y el mío. Admito que sus ideas son generosas y refinadas, altamente halagüeñas para el género humano y capaces, con un poco de entusiasmo, de inspirarnos los más nobles sentimientos hacia la dignidad de nuestra levantada naturaleza. Lástima que no sean acertadas. Si no hubiesedemostrado yo, casi en cada página de este tratado, que su solidez es inconciliable con nuestra diaria experiencia, no diría lo que afirmo: pero para no dejar ni la sombra de una objeción si contestar, me propongo ampliar algunas cosas que hasta aquí sólo he esbozado someramente, con el propósito de convencer al lector, no sólo de que no son las cualidades buenas y amables del hombre las que hacensuperior, como criatura sociable, a otros animales, sino, además, de que sería de todo punto imposible educar a las multitudes de una nación rica populosa y floreciente, o una vez educadas mantenerlas en tal condición, sin ayuda de lo que llamamos el mal, tanto natural como moral.
Para mejor lograr lo que pretendo, analizaré primero la realidad del pulchrum & honestum, el tó xaróv[4] de quetanto han hablado los antiguos. El sentido de éste consiste en inquirir si realmente existen valor y excelencia en las cosas, preeminencia de una sobre otra en la que coincidan todos los que bien las comprenden, o cuáles son las pocas cosas, si es que hay alguna, que sean merecedoras de la misma estima y se le juzgue de igual manera en todos los países y en todas las edades. Cuando emprendemos porprimera vez la búsqueda de este valor intrínseco, y descubrimos que una cosa es mejor que otra y una tercera mejor que ésa, y así sucesivamente, empezamos a abrigar grandes esperanzas de éxito; pero, cuando nos encontramos con varias cosas que son todas muy buenas o muy malas, nos quedamos perplejos y no siempre de acuerdo con nosotros mismos, cuando mucho menos con los demás. Existen diferentesdefectos y bellezas, los cuales, así como se alteran las modas y costumbres, y los hombres varían en sus gustos y humores, serán admirados o reprobados de manera diferente.
Los entendidos en pintura nunca disienten cuando compraran un buen cuadro con el adefesio de un novato; pero, ¡cuan extrañamente han diferido respecto de las obras de maestros eminentes! Entre los conocedores se forman bandos...
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