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La historia
de los habitantes de este barrio, conocido comoel “vecindario decente” en
esos días, comprende los sucesos de familias habituadas a reunirse cada verano
en sus haciendas, a fin de estrechar sus vínculos de parentesco con las amenidades
del tratoíntimo. Este capítulo ilustra en qué medida la institución de la
familia contribuyó al perfilamiento y sustento de la oligarquía, a la vez que evidencia
las correspondencias entre el desarrollo deSantiago y la formación de
una alta sociedad a carta cabal, en cuya constitución participaron factores como
la remodelación de la ciudad, la puesta en relieve del consumo conspicuo, la
creación deinstituciones como el Club de la Unión, y el advenimiento de un
mercado matrimonial. En la mente de los contemporáneos, los lazos de parentesco
entre las casas patricias homologaron a la elitenacional con una gran
familia cuyas tupidas ramificaciones cubrían la mayoría de las posiciones de
poder y privilegio en la sociedad. Importa consignar, antes de abordar el tema
por extenso, que a lasmadres de posición les correspondió un papel protagónico
en el escenario urbano inaugurado durante la segunda mitad del XIX: supervisar
la reproducción social de su clase, mediante la conformación dealianzas
matrimoniales.
El poder político, social y económico estaba monopolizado por una élite social relativamente pequeña pero homogénea y con sentido de clase. Esta élite u oligarquía se habíaformado por la fusión de dos grupos: la antigua Aristocracia tradicional terrateniente, y la Plutocracia económica de grandes comerciantes, mineros, industriales, financistas; muchos de este segundogrupo eran de origen no hispano (Budge, Braun, Ross, Waddington, Eastman, Edwards, Lyon, Subercaseaux). Hasta la segunda mitad del siglo XIX, la vida de los sectores altos había sido en general...
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