hola
la mitad que sí, está Urquieta y anda otra vez buscándome camorra.
Ho
y
, en el recreo, me dijo:
—
Tú me debes una y crees que si no te
pego porque andas cojo me voy aquedar así no más.
—
En quince días más me sacan el yeso
—
le contesté.
—
Ya llevo una semana esperando y no pienso esperar más.
—
¿Qué vas a hacer, entonces?
—
le dije.
—
¿Tedaría mucha rabia que te robara tu diario?
—
me preguntó.
—
Mucha. Pero ahora no lo encontrarás con tanta facilidad.
—
Eso es asunto mío. Quiero saber
qué te da más rabia, el queotros lean
tu diario o una bofe
tada.
—
En todo caso no lo vas a encontrar
—
le contesté.
—
Lo veremos. Tú te crees muy ga
llo, pero yo no soy tonto tampoco.
—
Ni con toda tuhabilidad lo vas a hallar
—
le dije y me fui.
Pero al poco rato volvió donde yo estaba.
—
¿Qué vas a hacer cuando no lo encuentres?
—me preguntó.
—
Pegarte otra cachetada.
—¿Y si no soy yo el que te lo roba?
—
A nadie más que a ti le interesa mi diario.
—
¿Y te crees tú que vas a pasarte
pegando porque tienes una pata con yeso
y nadie te la va adevolver? A mí también me puede dar rabia.
—
Eso es lo que quiero. Que te dé
luego, me pegues de una vez y dejes en
paz mi diario.
—
Eso lo dices porque sabes que castigan
al que lepega a un cojo. Yo sabré
lo que hago.
Después, en la tarde, me hizo burla
con otros por mi diario y me gritó:
—
¡Cómo nos vamos a reír es
ta noche con tus secretos!
Gómez y yoestuvimos ensayando la
s pruebas de las botellas con el
repostero y por fin me escapé para escribir todo esto.
En este momento se abrió la pu
erta del baño y asomó su cabeza
Urquietay me dijo: "Escribe bastan
te para que me ría más" y se fue.
Pero justo cuando él salió, sonó la
campana para ir a comer y yo no
tengo más remedio que esconder mi di
ario aquí mis
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