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Los fracasos de 1808, en el Ayuntamiento de la ciudad de México y de la Conspiración de Valladolid en 1809, sólo evidenciaron que la inconformidad en la Nueva Españacrecía y algunos grupos continuaban conspirando.
En 1810, Querétaro y algunas ciudades cercanas, como San Miguel el Grande se convirtieron en centros de conspiración. Las juntas queretanas fueronencabezadas por el corregidor de la ciudad, Miguel Domínguez y por su esposa, Josefa Ortiz, mujer entusiasta y arrojada, que asumió con convicción la causa de la independencia. También participaban loscapitanes Ignacio Allende, quien había participado en la conspiración de Valladolid y Juan Aldama.
A diferencia de otras juntas, en la de Querétaro se determinó buscar un hombre que pudiera legitimar almovimiento ante los distintos estratos sociales, sobre todo, ante el pueblo y que tuviera el carisma para reunir a la gente. Así se decidió invitar al cura Miguel Hidalgo a unirse al movimiento.
Elcura Hidalgo era un hombre carismático que enfrentaba la vida con un sentido eminentemente práctico. A su paso por los curatos de Colima, San Felipe en Guanajuato y Dolores dejó una estela de obrasexitosas. Dedicó su tiempo a las faenas agrícolas e industriales; instaló talleres para desarrollar diversos oficios, dedicó parte de su tiempo a la apicultura, la cría del gusano de seda y el cultivode la vid. Además también se aficionó a la lectura de libros de ciencia y arte. Tenía conocimientos de economía política y su erudición –“tan copiosa como amena y divertida”- asombraba a propios yextraños. Amante de la música instruyó a los indios en el aprendizaje de algunos instrumentos logrando formar incluso una pequeña orquesta.
Agradable al trato, Hidalgo pronto se ganó el cariño de losvecinos, sobre todo en Dolores. Era un cura apreciado, pero más que por sus homilías o por su consejo religioso, por una virtud manifiesta en él: tenía el don de gentes. No se preocupaba mucho por su...
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