hola
Medio apelotonada, descansa en el sillón,
envuelta con suabrigo de marta cibelina
y no lejos del fuego que brilla en el salón.
El fino angorablanco junto a ella se reclina,
rozando con su hocico la falda de Alençón,
no lejos de las jarras deporcelana china
que medio oculta un biombo de seda del Japón.
Con sus sutilesfiltros la invade un dulce sueño;
entro, sin hacer ruido; dejo mi abrigo gris;
voy a besar su rostro, rosado y halagüeñocomo una rosa roja que fuera flor de lis.
Abre los ojos, mírame consu mirar risueño,
y en tanto cae la nieve del cielo de París.
En invernales horas, mirad a Carolina.
Medio apelotonada, descansa en el sillón,
envuelta con suabrigo de marta cibelina
yno lejos del fuego que brilla en el salón.
El fino angora blanco junto a ella se reclina,
rozando con su hocico la falda de Alençón,
no lejos de las jarras deporcelana china
quemedio oculta un biombo de seda del Japón.
Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño;
entro, sin hacer ruido; dejo mi abrigo gris;
voy a besar su rostro, rosado y halagüeñocomo unarosa roja que fuera flor de lis.
Abre los ojos, mírame con su mirar risueño,
y en tanto cae la nieve del cielo de París
En invernales horas, mirad a Carolina.
Medio apelotonada,descansa en el sillón,
envuelta con suabrigo de marta cibelina
y no lejos del fuego que brilla en el salón.
El fino angora blanco junto a ella se reclina,
rozando con su hocico la faldade Alençón,
no lejos de las jarras deporcelana china
que medio oculta un biombo de seda del Japón.
Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño;
entro, sin hacer ruido; dejo miabrigo gris;
voy a besar su rostro, rosado y halagüeñocomo una rosa roja que fuera flor de lis.
Abre los ojos, mírame con su mirar risueño,
y en tanto cae la nieve del cielo de París
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