HOLA
-¡Cuncho! -gritó el Escolar-. Trae un vasoo. Que no esté muy mugriento.
Cuncho trajo el vaso y elEscolar lo llenó de cerveza. Miguel dijo "por los pajarracos" y bebió.
-Por poco te tomas el vaso también -dijo Frrancisco-. ¡Qué ímpetus!
-Apuesto a que fuiste a misade una -dijo el Melanés, un párpado plegado por la satisfacción, como siempre que iniciaba algún enredo- ¿O no?
-Fui -dijo Miguel imperturbable-. Pero sóllo para ver auna hembrita, nada más.
Miró a Rubén con ojos desafiantes, pero él no se dio por aludido; jugueteaba con los dedos sobre la mesa y, bajito, la punta de la lenguaentre los dientes, silbaba LA NIÑA POPOF, de Pérez Prado.
-¡Buena! -aplaudió el Melanés-. Buena, donn Juan. Cuéntanos, ¿a qué hembrita?
-Eso es un secreto.
-Entrepajarracos no hay secretos -recordó Tobías-. ¿Ya te has olvidado? Anda, ¿quién era?
Qué importa -dijo Miguel.
-Muchísimo -dijo Tobías. Tengo que saber con quién andaspara saber quién eres.
-Toma mientras -dijo el Melanés a Miguel-... Una a cero.
-¿A que adivino quién es? -dijo Francisco---. ¿Ustedes no?
-Yo ya sé -dijo Tobías.
-Yyo -dijo el Melanés. Se volvió a Rubén con ojos y voz muy inocentes- Y tú, cuñado, ¿adivinas quién es?
-No -dijo Rubén, con frialdad-. Y tampoco me importa.
-Tengollamitas en el estómago -dijo el Esccolar-. ¿Nadie va a pedir una cerveza?
El Melanés se pasó un patético por la garganta:
-Y have not money, darling -dijo.
-Pago unabotella -anunció Tobías, con ademmán solemne-. A ver quién me sigue, hay que apagarle las llamitas a este baboso.
-Cuncho, bájate media docena de Cristal -diijo Miguel.
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