Hola
White es un entusiasta de la taxidermia desde hace tiempo, pero dice: “Nunca podría ir de caza y matar a un animal. Lo veo más bien como si estuviera rescatando a estos animales, dándoles un lugar digno”. Una bola de discoteca lanza destellos sobre los cuernos del alce como un halo glam; también la rescataron. “Perteneció a Johnny Cash.Estaba apiñada en una arcón cogiendo polvo”, dice White.
En 2012, durante los descansos en la gira, White se refugió aquí con miembros de sus dos bandas (la masculina, los Buzzards, y la femenina, las Peacocks) e hizo enormes cantidades de canciones para su energético nuevo álbum en solitario, Lazaretto. Durante el siguiente año y medio depuró esas canciones añadiendo elementos nuevos,remezclando, uniendo tomas. Fue como una eternidad para el tipo que, como mitad de los White Stripes –la histórica banda de blues-rock que formó con su exmujer Meg White– acabó el estruendoso White blood cells en una semana, y su sucesor súpervendedor, Elephant, en dos. “Me planteé: ‘¿Cómo sería el reto de trabajar en algo durante mucho tiempo?’”, dice White, de 38 años: “¿Podría hacerlo a lo bestia, enlugar de venir 20 minutos e irme luego de vacaciones?”. Se le ocurrían nuevas melodías tan a menudo que, en vez de grabarlas, comenzó a sentarse con una guitarra o frente a un piano , tratando de memorizarlas. “Eso ayuda a filtrar la basura”, dice, “porque si no podía recordarlas, es que no eran buenas desde el primer momento”.
El tono que ha elegido White para su rol de solista es azul, peroahora viste Levi’s marrones, botas de motero de ante marrón y camisa negra abotonada hasta arriba. Con su imponente 1,88, casi podría darle un cabezazo al alce. Está esperando a que llegue un ingeniero llamado Josh para ayudarle con la mezcla de una pista descartada de las sesiones de Lazaretto que saldrá en un futuro lanzamiento. El álbum en sí está listo, la gira promocional no empieza hasta dentrode algunas semanas y las otras bandas de White –los power-pop Raconteurs y los retorcidos Dead Weather– están de parón. Pero se inquieta, si no se mantiene ocupado. Ya esté mesándose las greñas, encendiéndose un cigarrito Al Capone o improvisando con la guitarra, a White le gusta tener algo con qué ocupar sus manos, y su cerebro funciona igual. “El otro día”, cuenta, “vi una fotografía de radiossonando en cárceles en los años 30, y empecé a indagar en Internet, intentando calcular el voltaje que se necesitaría para que sonara en una prisión”. Seis horas después, todavía anda buscando enlaces: “¡Una fotografía me provoca eso!”.
→ Jack White, rockero y filántropo
Hace un precioso día de primavera en Nashville. La brisa balancea las flores rojas y blancas del camino a casa de White, yun halcón de cola roja vuela en círculos sobre nosotros. “Una vez al año, aparece por aquí un pájaro carpintero”, cuenta. Éste es el Xanadú de White, un refugio en crecimiento cuyo perímetro amurallado puede optimizar y modificar y cuyos colores puede coordinar casi hasta el último centímetro. Tras haber encabezado el renacimiento del rock garajero a principios de los 2000, haberse establecido...
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