hola

Sarah Dunn
Los secretos de la
felicidad
Traducido del inglés por Pilar de
Vicente Servio

Contenido
Un matrimonio feliz
El ex de antes del ex
Amigas para siempre
El antiguo principio del
wu-wei
El ideal platónico de lo
increíble
El perro del cáncer
Los veintitantos son los
nuevos diecitantos
Límites, los llaman

Aros de cereales con sabor
a fruta
La carrera contra elcáncer
La academia Holly Frick
para los que se comen el coco
con sus relaciones
El súper budista
Problemas imaginarios
Dos Plumas
S-E-X-O
El secreto de la felicidad
¿Cómo ESTÁS?
Dice que le hiciste una
mueca

Reconócemelo, por lo
menos
La prueba número uno
El modelo de negocio
freudiano
Pequeños consuelos
La mujer del saco
London, baby
Mala gente
Edelweiss
Seis manzanas
Niñosque van de la correa
Créditos

Para Peter

Un matrimonio feliz

—¿Quieres saber cuál es el
secreto de un matrimonio feliz?
—Dímelo.
—Que tu mujer tome Paxil.
La gente le contaba toda clase
de cosas a Holly. Y la verdad, no
sabía por qué. A lo mejor, tenía
algo que ver con su cara, que
prometía sinceridad y amabilidad.
Pero el rostro de Holly era mucho

más amable que ella. Teníalos ojos
grandes y verdes, la piel
extremadamente pálida y una
sonrisa abierta, comprensiva. Pero
el verdadero problema eran sus
hoyuelos. Holly era una de las siete
mujeres adultas en Manhattan que
seguían teniendo hoyuelos, así que
completos desconocidos andaban
pidiéndole constantemente cambio
para un billete de veinte o que
cuidase de sus portátiles en el
Starbucks. Una vez, unamujer a la
que no conocía de nada le pidió que

sostuviese a su bebé en brazos
mientras ella fijaba la sillita de
viaje al asiento trasero de un taxi.
Hasta cierto punto, la razón por la
que Holly tenía problemas con los
hombres era que confundían su cara
con la verdad: creían que tenía
inmensas reservas de comprensión
por explotar y acababan contándole
sus historias, hasta los mássórdidos y bochornosos detalles y,
al ver que ni un parpadeo de
reproche alteraba sus rasgos,
seguían dándole pelos y señales. A

Holly, como escritora, le venía bien
que la gente le contase cosas, pero
podía causar estragos en una
relación.
—¿Amanda toma Paxil? —
preguntó Holly.
Mark asintió con la cabeza y
bajó la voz hasta hablar en
prácticamente un susurro.
—Ha cambiado porcompleto.
Es como si me hubiese levantado
una mañana y, de repente, estuviese
casado con una mujer buena y
cariñosa. Siempre ha sido un tanto,

bueno, no quiero decir «bruja»,
pero... —Miró al techo un
momento, en busca de la palabra
exacta—. Digamos «difícil». Y lo
digo en el mejor sentido posible: es
inteligente, la admiro, tiene muy
claro lo que quiere y la quiero, de
verdad que sí, peroempezaba a
hacérseme cuesta arriba convivir
con ella.
—Sí, pero ¿no te parece un
tanto alarmante? Quiero decir, si
vuestro matrimonio ha mejorado
tanto a raíz de una pastilla...

—¿Alarmante? ¿Estás de
broma? Es lo mejor que me ha
pasado nunca.
Amanda salió de la cocina con
un pequeño cuenco de aceitunas
negras en la mano. Amanda era una
de esas mujeres que empiezan ya
delgadas yse pasan la treintena
perdiendo cada vez más peso.
Holly no entendía cómo lo hacía.
Era casi como si hubiese
descubierto una pastilla mágica o
practicase algún extraño ritual vudú
que se empeñaba en mantener en

secreto. Amanda estaba cada vez
más delgada, llevaba el pelo cada
vez más corto y más de punta y,
desafiando todas las leyes
conocidas de la biología humana,
tenía los ojoscada vez más
grandes. Holly tenía que admitir
que Amanda era muy guapa, pero
corría peligro de convertirse en un
elfo huesudo con ojos de mosca.
—No sabía que habías
empezado a tomar Paxil —comentó
Holly.
—Me encanta —dijo Amanda

—. Deberías probarlo.
—¿Por qué? No estoy
deprimida.
Amanda y Mark se la quedaron
mirando.
—¿Por qué estáis todos
convencidos de que me pasa algo...