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CONCEPCIÓN PALACIOS BERNAL
UNIVERSIDAD DE MURCIA
¿Qué es Molière?, se preguntaba un crítico en las páginas culturales de un
diario de ámbito nacional (Siles 1997: 10) con motivo de una reciente
representación del dramaturgo galo en el teatro Español de Madrid. Porque
efectivamente Molière sigue interesando en nuestro país. Sin ir más lejos, en losúltimos años han sido varios los Molière que se han visto en las carteleras
españolas. El año anterior El avaro. Hace pocas fechas, El enfermo imaginario, por
no hablar de aquellos grupos, de aquellos escenarios que fuera de los circuitos
comerciales, posiblemente en estos días puedan estar ofreciendo cierta versión
de alguna conocida pieza de Molière. El francés más universal sigue leyéndose yrepresentándose como así mismo fue traducido y representado desde
prácticamente la misma época del autor. En efecto, ya lo apuntábamos el
profesor Martínez Cuadrado y la que suscribe en nuestro artículo "El teatro
clásico francés en España: historia de una discontinuidad" (Martínez & Palacios
1996) a propósito de la recepción en castellano de Racine y de Molière. En el
caso de este último,la primera obra de la que se tiene noticias es de 1680. Se
trata de Le bourgeois gentilhomme que con el título de El labrador gentilhombre fue
representada en el teatro del Real Sitio del Retiro el 3 de marzo del año citado.
A partir de aquí, aunque con éxito desigual, Molière no ha dejado de ser
traducido y representado en nuestro país. Con menor fortuna en el siglo XVIII,
quizá por la faltade novedad en los temas por él abordados y que recibieron la
influencia no sólo española sino de otras literaturas (latina, italiana o inglesa),
quizá también por la dificultad lingüística que podría ofrecer Molière en sus
chistes, en sus giros, en sus escenas, difícilmente comprensibles del lector o del
público español, o por los problemas con la censura en algunas de sus obras, osimplemente porque su figura quedó menguada ante el éxito de otros
dramaturgos franceses, entre ellos el del propio Racine que gozó de mayor
predicamento.
Aun así cabe mencionar en este período las traducciones de Iparraguirre
o las adaptaciones de Ramón de la Cruz, importantes estas últimas por su
popularidad como dramaturgo y por su contribución a la historia del teatro
español con la creación delsaínete.
A finales del siglo XVIII y principios del XIX las circunstancias
históricas determinan el grado de aceptación y difusión de traducciones y
representaciones de obras francesas y Molière no permanece ajeno a esta
importancia manifiesta. Ya son más los traductores y escritores que se acercan
al comediógrafo. Son de destacar las traducciones de Moratín, de Dámaso de
Isusquiza, deJuan de Dios Gil de Lara, de Cándido María Trigueros, del abate
Marchena, del prolifico Manuel Bretón de los Herreros, de Lista o del propio
Benavente. Menos datos se tienen de las representaciones, aunque en ciertos
ejemplos, cual es el caso de algún Tartufo, la historia de su mise en scène nos es
conocida por los documentos de la Inquisición (véase sobre el particular
Defoumeaux 1962a y1962b).
Ahora bien, hablamos de traducciones en estos dos siglos pasados pero,
¿ajustadas al original? y ¿de todo Molière? A la primera de las preguntas hay que
decir que sus obras fueron más conocidas por adaptaciones que por
traducciones lingüísticas, con toda razón por las causas antes aludidas. Baste
recordar algunos ejemplos como las adaptaciones mencionadas de Ramón de la
Cruz, que se vioobligado a constreñir los tiempos de duración de las obras
originales, reduciendo u omitiendo escenas con el fin de adecuadas al tiempo
marcado para un saínete. Todas igualmente sufrieron el proceso de
acomodación a su época, no sólo en costumbres, personajes o topónimos sino
en situaciones más específicas que, incluso, le llevaron en ocasiones a
contradecir el original en su afán de...
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