hola
Introducción
A principios del siglo XX, la ciudad de Buenos Aires presentaba una fisonomía muy distinta a la de hoy. Aún cuando la influencia dearquitectos europeos iban moldeando ese perfil cosmopolita que aún en la actualidad nos identifica, todavía, en ese entonces, los barrios periféricos y buena parte de lo que era “el centro”, ofrecíandiversos tipos de verdes que configuraban espacios lúdicos para el esparcimiento y la recreación de una población que, poco a poco, iba creciendo alimentada por quienes llegaban en los barcos desde aquéllaEuropa que –vaya uno a saber por qué- se iba resignando hacia el fraticidio de sus guerras. Y esos espacios daban lugar, no sólo al juego –individual y colectivo-, sino también al sueño compartido, ala ilusión, a la esperanza sin límite. Nacían las utopías y nada hacía pensar que algún día iban a decretar su muerte.
Aquella costumbre inglesa de andar pateando una pelota hasta embocarla en unarco, prendió enseguida entre los porteños (habitantes de Buenos Aires, nativos o extranjeros). El juego permitía quemar energías, pero sobre todo, daba la posibilidad de cultivar destrezas yhabilidades. Y a partir del talento individual, la creación de una coreografía colectiva. Mientras estamos solos y esperando en la esquina de Corrientes y Esmeralda, en los baldíos –no muy lejanos- podíamosdemostrar que en algo, aunque más no fuese que un juego, seguramente llegaríamos a ser los mejores. Y el fútbol (“fóbal” se decía más facil y entendía todo el mundo) comenzaba a ser parte indisoluble delsentimiento y la pasión de los argentinos. Podría decirse, casi un componente más de esa “riqueza ingénita” que, según Scalabrini Ortiz, nos acompaña desde el principio de los tiempos a quieneshabitan esta porción del planeta.
En aquellos años, para los que llegaban en los barcos –muchos de ellos sin más bártulos que el corazón repleto de nostalgias del pasado y esperanzas en lo por venir-,...
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