Holas
EL ETERNAUTA
**NOVELA**
Un crujido en la silla del otro lado del escritorio. Alcé los ojos y ahí estaba, otra vez: el
Eternauta, mirándome con esos ojos que habían visto tanto. Durante un largo rato se quedó
ahí, mirando sin ver el tintero, los libros, los papeles desordenados sobre el escritorio.
-Te conté de Hiroshima... - dijo y apoyó la cabeza ya blancasobre la mano-. Te conté
de Pompeya...
Hizo una pausa, me miró sin verme; de pronto sonrió.
-Ni yo mismo sé por qué te hablo de todo eso... - y la voz le venía de quién sabe qué
eternidad de espanto, de quién sabe qué inmensidad de dolor y angustia-. Quizá te hablo de
todo esto para borrar con otro horror el horror que trato de olvidar. Mientras cuento vuelvo
a vivir lo que cuento... Y si hablode Hiroshima, si hablo de Pompeya, olvido el horror
máximo que me tocó vivir.¿Qué fue Pompeya, qué fue Hiroshima al lado de Buenos Aires
arrasado por la nevada?
Volvió a callar. En el cuarto vecino, alguna de mis hijitas se revolvió en la cama. Me
estremecí. ¡Qué desnudos estamos en el mundo, qué blanco fácil somos!
-Ya te conté... -El Eternauta vacilaba en reanudar su relato- cómo me separéde Elena y
de Martita. Ya te conté cómo, buscándolas, quedé perdido en el espacio y en el tiempo... Lo
que no te conté todavía es cómo siguió la invasión de los Ellos.
-¿Cómo? -lo interrumpí-. ¿Sabes acaso cómo terminó la invasión?
-Por supuesto que lo sé...
Los ojos se le redondearon de espanto y por un momento creí que iba a gritar.
-Por supuesto que lo sé...- repitió-. Yo volví a laTierra poco después de que tratara de
escapar metiéndome con Elena y Martita en la cosmonave de los Ellos... Yo se lo pedí, y el
Mano me ayudó a volver. Fue él quien me llevó a una extraña gruta abierta en la roca, una
gruta con paredes de cristal con luces extrañas que saltaban de una pared a la otra. Era
como estar en el centro de un endiablado fuego cruzado de ametralladoras luminosas que
nohacían daño, que no hacían más que encandilar, aturdir con tanto destello multicolor.
Allí creo que me desvanecí. Recuerdo sólo el rostro del Mano, iluminado por los destellos
que le irisaban los cabellos, mirándome con ojos que sonreían tristes. Sí, debí
desvanecerme. Y la gruta de los cristales debió ser otra máquina del tiempo.
“Cuando volví en mí, cuando volví a ser dueño de mis sentidos, meencontré en el lugar
menos esperado: estaba en el agua, nadando. Un agua bastante fría, color marrón. Un río
ancho aunque no demasiado, pero muy caudaloso. Sauces en las orillas, un árbol de flores
rojas: seguro que un ceibo. Orillas familiares, muy familiares... Comprendí enseguida que
eso era el Tigre. Y cuando reconocí un chalet supe que estaba en el río Capitán, no lejos del
recreo "TresBocas". La corriente era fuerte. Yo había dejado de luchar contra ella y me
dejaba llevar, nadaba oblicuamente hacia la orilla con los sauces verdes y los ceibos de
flores rojas... Una "golondrina de agua" me pasó por delante, con chirrido leve, y se alejó
rozando el agua. Seguí nadando. El corazón me latió con renovado ímpetu. Y no era por el
frío del agua. Era la golondrina lo que mereanimaba... La golondrina, las rojas flores del
ceibo, significaban que todo vivía en aquel lugar, que estaba en una zona donde no había
caído la nevada mortal. Un lugar donde no hacían falta los trajes espaciales, donde se podía
mirar el cielo azul y hasta había olor a madreselvas en el aire... Un dedo del pie se me
endureció; comprendí que empezaba a acalambrarme. Me di cuenta de que me estabaextenuando y no podría seguir en el agua mucho más. Lo mejor sería nadar cuanto antes
hacia la orilla. Redoblé el vigor de las brazadas. Me fui quedando sin aliento pero avancé
apreciablemente; dejé la parte donde la corriente era más fuerte y me encontré por fin cerca
de la orilla. Me dejé llevar hasta un muelle que penetraba varios metros en el río, me tomé
de uno de los troncos que lo...
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