Holi
Galo Plaza, el estadista ecuatoriano de mayor
prestigio en el siglo XX.
Y -- para ir directamente a lo medular del tema de hoy -- tomemos, en primer término, los hilos políticos de nuestro tejidohistórico sigloventino. He aquí la constatación inicial y básica: Nuestra clase dirigente nos falló. (El grupo dirigente ecuatoriano del siglo XIX fue, en su conjunto, muy respetable: Bolívar / Independencia, Gran Colombia / Flores, Rocafuerte, Urbina, García Moreno, Alfaro. Todos ellos fueron, en grande o regular medida, estadistas.) ¿Y qué pasó en nuestra política del siglo XX? Pues, que campeó, enella, la más neta mediocridad. Un solo presidente llegó a tener la altura de un verdadero estadista: Galo Plaza Lasso. Otro, se acercó un poco a esa dimensión: Camilo Ponce Enríquez. Y nada más… Para peor: Velasco Ibarra -- la mayor figura histórica del siglo -- fue en lo esencial errático y muy negativo. Por sus dotes personales, un gran caudillo; pero casi insignificante en las tareascolectivas de la construcción nacional… Y Velasco, en últimas cuentas, nos dejó una herencia desastrosa: el muy duradero Populismo; las condiciones políticas que hasta el momento nos dominan, nos desorientan, nos entontecen y nos esterilizan…
Adelante. En este páramo político, nada más que cuatro presidentes pudieron despertar ciertas débiles esperanzas de renovación: Ayora, Roldós, Hurtado y Borja.Ayora algo hizo efectivamente. Los otros tres, en cambio, nos defraudaron casi por completo. Los izquierdistas han mitificado en cierta medida a Roldós. Pero este guayaquileño no fue en verdad una gran figura. (Fue candidatizado artificiosamente; nunca tuvo una organización propia, ni una estrategia, ni un plan; y hasta se desgastó en poco tiempo. Acordarse de la rechifla del Estadio Atahualpa,unas horas antes de que su avión se estrellara en Loja.) En definitiva, Roldós fue un populista más… Hurtado, un intelectual, -- que sucedió al anterior y que dio una primera impresión de político serio -- es recordado hoy por la deplorable sucretización, por sus curiosos resbalones expresivos, por su consejo de prescindir de las arvejas y por alguna otra anécdota llamativa. (Cerca del final desu mandato, la opinión popular había evaluado implícitamente su desempeño: Se lo llamó El Chambón de Chambo.) Y Borja, un caso aparte… Nuestro mayor desengaño político del siglo XX… (Ya nos hemos referido a él con cierto detalle.) De los demás, -- muy regulares y corrientes -- mejor no hablar. Y, en este momento, la memoria inmisericorde nos trae los recuerdos que nos estaban faltando: el...
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