holys
En la primera parte nos enterábamos
del terrible pasado del Gobernador y
de su verdadera identidad. La
segunda nos relataba cómo Philip
Blake forjó su camino para ser el líder
de Woodbury. Esta nueva y última
entrega nos detalla el fatídico final de
uno de los personajes más
importantes de The Walking Dead.
Robert Kirkman &
Jay Bonansinga
La caída del
Gobernador:
Parte 1
Thewalking dead - 3
ePub r1.0
j666 24.07.14
Título original: The Walking Dead: The
Fall of the Governor: Part One
Robert Kirkman & Jay Bonansinga, 2013
Traducción: Traducciones Imposibles, S.
L.
Retoque de cubierta: j666
Editor digital: j666
ePub base r1.1
Para Sheari Stearn, mi lectora
fiel y segunda madre, y para
Diego, por enseñarme las
mecánicas de la muerte y la
destrucción.
JAYBONANSINGA.
PRIMERA PARTE
LA REUNIÓN
Cuando llegue esa última y temible hora
Que este desfile decadente devora,
La trompeta se oirá en los cielos,
Los vivos morirán, y vivirán los muertos,
Y la música desafinará el firmamento.
JOHN DRYDEN
UNO
Retorciéndose de dolor en el suelo,
Bruce Allan Cooper jadea, parpadea e
intenta recuperar el aliento. Puede oír
los gruñidos primitivos,como
balbuceos, del puñado de mordedores
que vienen a por él en busca de
alimento. Una voz en su cabeza le grita:
«¡Muévete, imbécil de mierda!
¡Cobarde! Pero ¡¿qué haces?!».
Bruce, un afroamericano enorme con
la constitución de un alero de la NBA,
con la cabeza en forma de misil, afeitada
y una sombra de perilla, rueda por el
suelo accidentado, evitando por los
pelos las garras grises ylas fauces
hambrientas de una mordedora adulta a
la que le falta media cara.
Consigue protegerse mientras
recorre un metro y medio o casi dos,
hasta que siente una punzada de dolor
en
el costado que le incendia las costillas y
se apodera de él, dejándolo paralizado
en plena agonía. Cae de espaldas,
aferrándose todavía a su hacha de
incendios oxidada, cuya cabeza está
cubierta de sangre,pelo humano, y la
bilis viscosa y negra que los
supervivientes llaman «mierda de
caminante».
Bruce se siente desorientado durante
unos instantes, le pitan los oídos y se le
ha empezado a cerrar un ojo por la
hinchazón de la nariz rota. Lleva el
uniforme del ejército hecho polvo y las
botas militares embarradas de la milicia
no oficial de Woodbury. Sobre él se
extiende el cielo deGeorgia, un toldo
bajo de nubes de un color gris similar al
del agua sucia, inclemente y
desagradable para ser abril, que se burla
del hombre cuando éste lo mira: «Mira,
niñato, ahí abajo no eres más que un
bicho, un gusano en el cadáver de una
tierra moribunda, un parásito que se
alimenta de las sobras y las ruinas de
una raza al borde la extinción».
De repente, tres rostros
desconocidoseclipsan la visión del
1
cielo sobre su cabeza, como si fueran
planetas oscuros que, poco a poco,
bloquean el firmamento, y todos gruñen
estúpidamente como si estuvieran
borrachos, con los ojos lechosos
abiertos para la eternidad. De la boca de
uno de ellos, un hombre obeso vestido
con una bata de hospital manchada,
gotea una sustancia viscosa y negra que
cae sobre la mejilla de Bruce.—¡ME CAGO EN LA PUTAAAAAAA!
Bruce sale de repente de su estupor
con un arranque de fuerza inesperada y
se abre paso a hachazos. El filo traza un
arco hacia arriba y empala al mordedor
gordo a través del tejido blando que
tiene bajo la mandíbula. La mitad
inferior de la cara se le cae y una
falange fibrosa de carne muerta y
cartílago brillante asciende seis metros
girando por los aires,antes de
estamparse contra el suelo con un ruido
sordo.
Rodando otra vez y volviendo a
ponerse de pie como puede, el hombre
ejecuta un giro de 180 grados —con
gran agilidad, teniendo en cuenta su
corpulencia y el terrible dolor al que
está sometido— y le rebana los
músculos podridos del cuello a la otra
mordedora que va a por él. La cabeza se
le cae hacia un lado, colgando por un...
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