hoola
-¿Por qué van tan despacio? – Les pregunto Feliciano Ruelas a los de adelante-. Así acabaremos por dormirnos. ¿Acaso no les urge llegar pronto?
-Llegaremos mañana amaneciendo – le contestaron. Fue lo último que oyó decirles. Sus últimas palabras. Pero de eso se acordaría después, al día siguiente. Allí iban los tres, con la mirada en el suelo, tratando deaprovechar la poca claridad de la noche. >. También habían dicho eso, un poco antes, o quizá la noche anterior. No se acordaba. El sueño le nublaba el pensamiento.
Ahora, en la subida, lo vio venir de nuevo. Sintió cuando se le acercaba, rodeándolo como buscándole la parte más cansada. Hasta que lo tuvo encima, sobre su espalda, donde llevaba terciados los rifles. Mientras el terreno estuvo parejo,camino de prisa. Al comenzar la subida, se retrasó; su cabeza empezó a moverse despacio, más lentamente conforme se acortaban sus pasos. Los otros pasaron juntos a él, ahora iban muy adelante y él seguía balanceando su cabeza dormida. Se fue rezagando. Tenía el camino enfrente, casi a la altura de sus ojos. Y el peso de los rifles. Y el sueño trepado allí donde su espalda se encorvaba.
Oyó cuando sele perdían los pasos: aquellos talonazos que había venido oyendo quien sabe desde cuando, durante quien sabe cuántas noches: >. -¿Lo peor para quién? Ahora el sueño lo hacía hablar. > Se detuvo con los ojos cerrados. >. En seguida grito: >. Y casi en secreto: >. Se recostó sobre el tronco de un árbol. Allí estaba la tierra fría y el sudor convertido en agua fría. Esta debíade ser la sierra de que le habían hablado. Allá abajo el tiempo tibio, y ahora acá arriba este frio que se le metía por debajo del gabán: >. Se fue sentando sobre el musgo. Abrió los brazos como si quisiera medir el tamaño de la noche y encontró una cerca de árboles. Respiro un aire oloroso a trementina. Luego se dejó resbalar en el sueño, sobre el cochal, sintiendo como se le ibaentumeciendo el cuerpo.
Lo despertó el frio de la madrugada. La humedad del roció. Abrió los ojos Vio estrellas transparentes en un cielo claro, por encima de las ramas oscuras. , pensó. Y se volvió a dormir. Se levantó al oír gritos y el apretado golpetear de pezuñas sobre el seco tepetate del camino. Una luz amarilla bordeaba el horizonte.
Los arrieros pasaron junto a él, mirándolo. Losaludaron: >, le dijeron. Pero el no contesto. Se acordó de lo que tenía que hacer. Era ya de día. Y él debía de haber atravesado la sierra por la noche para evitar a los vigías. Este paso era el más reguardado. Se lo habían dicho. Tomo el tercio de carabinas y se las echo a la espalda. Se hizo a un lado del camino y corto por el monte, hacia donde estaba saliendo el sol. Subió y bajo, cruzandolomas terregosas. Le parecía oír a los arrieros que decían: . Tiro los rifles. Después se deshizo de las carrilleras. Entonces se sintió livianito y comenzó a correr como si quisiera ganarles a los arrieros la bajada. Había que . Eso estaba haciendo. Obre de Dios. Estaba haciendo lo que le dijeron que hiciera, aunque no a las mismas horas. Llego al borde de las barrancas. Miro allá lejos lagran llanura gris. , pensó. Y se dejó caer barranca abajo, rodando y corriendo y volviendo a rodar. , decía. Y rodaba cada vez más en su carrera. Le parecía seguir oyendo a los arrieros cuando le dijeron: . Sintió que sus ojos eran engañosos. Llegaran al primer vigía y le dirán: . De pronto se quedó quieto. >, dijo. Y ya iba a gritar: >, pero se contuvo. Saco la pistola de lacostalilla y se la acomodo por dentro debajo de la camisa, para sentirla cerquita de su carne. Eso le dio valor. Se fue acercando hasta los ranchos del Agua Zarca a pasos queditos, mirando el bullicio de los soldados que se calentaban junto a grandes fogatas. Llego hasta las bardas del corral y pudo verlos mejor; reconocerles la cara: eran ellos, su tío Tanis y su tío Librado. Mientras los...
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