Horror en el museo

Páginas: 42 (10426 palabras) Publicado: 1 de diciembre de 2014
HORROR EN EL MUSEO
H. P. Lovecraft y Hazel Heald

I

Fue una desganada curiosidad lo que llevó en un principio a Stephen jones al Museo de Rogers. Alguien le había comentado algo acerca del extraño estableci­miento subterráneo de la calle Southwark, cruzando el río, donde había estatuas de cera mucho más horribles que las peores efigies expuestas en el museo de Madame Tussaud, y se habíaacercado allí uh día de abril para ver cuánta decepción podía causarle. Extrañamente, no fue así. Había algo diferente y peculiar allí, después de todo. Por supuesto, no faltaban los truculentos tópicos: Lan­drú, el doctor Crippen, Madame Demers, Rizzio, Lady jane Grey, interminables víctimas mutiladas de la guerra y la revolución, y monstruos del tipo de Gilles de Rais y el Marqués de Sade; perotambién había otros seres que aceleraron su respiración y le hicieron quedarse hasta que sonó la campanilla de cierre. El hombre que había diseñado tal colección no podía ser un vulgar saltimban­qui. Había imaginación, incluso genio enfermizo, en algunos de sus trabajos.
Más tarde, había indagado acerca de George Rogers. El hombre había estado en el equipo del Tussaud, pero algún problema habíahecho que lo abandonara. Se comentaban maledicencias acerca de su estado mental y chismes sobre su enloquecida forma de trabajar en secreto, aunque, posteriormente, la prosperidad de su propio museo subterráneo había embotado el filo de algunas críticas, al tiempo que afilado las insidiosas pun­tas de otras. La teratología e iconografía de pesadilla eran sus pasiones, e incluso él había tenido eltacto de emplazar algunas de sus peores efigies en una sala espe­cial reservada a los adultos. Ésa era la estancia que tanto fascinara a Jones. Había bastardas entidades híbridas que sólo la fantasía podía incubar, modeladas con dia­bólica pericia y coloreadas con una horrible semejanza de vida.
Algunas eran las figuras de los mitos habituales: gor­gonas, quimeras, dragones, cíclopes y todos sustenebrosos congéneres. Otras estaban extraídas de ciclos de soterradas leyendas más oscuras y que se mencionaban en un tono más furtivo; el negro e informe Tsathoggua, el multitentaculado Cthulhu, el proboscídeo Chaugnar Faugn y otras blasfemias insinuadas en prohibidos libros, tales como el Necronomicón, el Libro de Eibon, o los Unaussprechlicben Kulten de Von Junzt. Pero lo peor de todo eranaquellos seres: completamente nuevos para Rogers, y mostrando figuras que ningún relato de la antigüedad osó jamás siquiera insinuar. Algunas eran odiosas parodias de formas de vida orgánicas conocidas mien­tras que otras parecían extraídas de febriles sueños sobre otros planetas o galaxias. Las extrañas pinturas de Clark Asthon Smith podrían sugerir algo de eso... pero nada podía insinuar el efecto depunzante, espantoso terror provocado por el gran tamaño y el trabajo diabólicamen­te hábil, así como las infernales e ingeniosas condiciones de luz bajo las que se exhibían.
Stephen Jones, como ocioso degustador de la extra­vagancia en el arte, había visitado al propio Rogers en su sombría oficina o taller, más allá de la estancia aboveda­da del museo... una cripta que causaba espanto a laVista:
alumbrada débilmente por polvorientas ventanas emplazadas cómo troneras horizontales en la pared de ladrillo, al nivel de los antiguos adoquines de un patio interior. Era allí donde se restauraban las imágenes... allí, también, era donde se elaboraban. Brazos, piernas, cabezas y torsos de cera yacían en grotesca mescolanza sobre varios bancos de trabajo, mientras que en altas estante­rías seentremezclaban indiscriminadarnente pelucas enmarañadas, dientes de aspecto hambriento y ojos de cristal de mirada fija. Vestidos de todas clases pendían de ganchos y, en una estancia, había grandes pilas de cera color carne, así como estantes colmados con botes de pintura y pinceles de todos tipos. En el centro de la habitación había un gran horno usado para preparar la cera para su moldeado,...
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