Hospicio Caba as


LOS NIÑOS DE HOSPICIO


“Nos levantaban temprano, cuando todavía estaba oscuro. ‘Las monjas’, nos juntaban a todas en el patio. Todos los días empezaban con un rosario, sin cabecear ni bostezar, o te castigaban. En ese tiempo era muy chica y había cosas que no entendía, como los ayunos. Ayunábamos muchas veces. (….) En el comedor nos vaciábamos el salero en la bolsa del vestido y cuandoíbamos en fila a las camas, agarrábamos las mandarinas de los árboles. Ellas le decían ‘robar’, y si te veían te sentaban en el Sol a comer limones”
(Sra. ‘Lupe’, ex interna del Cabañas)


El día amanece soleado en la capital de las tierras de arena. La perla tapatía se viste de colores; siempre es un día especial. En la plaza de la liberación, los vendedores gritan sus productos:churros, rebozos, pájaros de papel… más allá de la calle un señor toca una flauta improvisada. El recorrido es emocionante: Por uno y otro lado edificios históricos enmarcan la plaza. Detrás, el teatro Degollado hace presencia, y, coronando a la enorme explanada está la Catedral, inconfundible símbolo de la ciudad.
Entre la escuela de música y el teatro, inicia el andador Morelos, contenido porlocales comerciales y mucha, muchísima gente. El andar entonces se hace lento, casi eterno, hasta que el espacio nos lleva a una segunda explanada: la Plaza Tapatía. Nos olvidamos entonces de que justo debajo de nosotros pasa una las calles más grandes de la metrópoli y nos dejamos llevar por el paisaje.
En el centro, se levanta una escultura monumental, visible desde gran parte de la ciudad.De repente, nos encontramos en un lugar que parece muy lejano en el tiempo, pero no es eso lo fundamental del recorrido: a lo lejos, puede verse ya el hospicio Cabañas.




“Mi papá falleció en 1957. Éramos 7 hermanos, y mi mamá estaba embarazada. En ese tiempo no había instituciones ni nadie que nos ayudara, el que era pobre, era pobre…”



El paseo hospicio, entre fuentes ycomercio ambulante, nos lleva hasta su fachada neoclásica, larga y limpia. Seis columnas sostienen un frontón triangular que sirve de ingreso al edificio. Es fácil imaginar que el tiempo no ha transcurrido desde la época del obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas, quien en 1805 iniciaba la construcción del proyecto hecho por el Arquitecto Manuel Tolsá. Dos cuerpos horizontales sobrepuestos y una inmensacúpula es todo lo que el hospicio revela de sí mismo, invitando al transeúnte a adentrarse en su discreta majestuosidad. Una vez dentro, nos trasladamos a otro tiempo: Techos apoyados en altos muros forrados de cantera amarilla, típica de la región, columnas toscanas alrededor de patios repletos de árboles de limón y puertas altas y pesadas, evocan a periodos anteriores que parece, se rehúsan adesaparecer.
La historia y el propósito principal del inmueble se han deformado desde el momento de su inauguración, ya que, poco después de que iniciara labores en 1810, el torbellino insurgente llegó a la ciudad. Lo que era una casa de caridad, se transformó gracias a su posición privilegiada, en cuartel militar y caballeriza de las tropas liberales. Poco se podía hacer entonces pararecuperarla, pues la guerra tenía, al parecer, mucha más importancia en ese momento que los necesitados, y así fue durante muchos años, en los que las situaciones sociales de México y Guadalajara se transformaron. Ya era un país libre, sin embargo, el conflicto armado había dejado aún más pobreza de la que ya existía.
El obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas murió en 1824 sin ver concluida su obra, y nofue sino hasta el año 1829 en que el edificio fue recuperado, retomada su construcción, y en 1945, año en el que se dieron por concluidas las obras, que se le llamó Hospicio Cabañas, en honor a su creador.
“En el internado no salíamos para nada. Ahí mismo hay templo, comedor, escuela, dormitorios, todo todo. Y cuidadito la que se saliera. A mí me castigaban, de ley, casi diario. Me...